martes, 6 de noviembre de 2012

Alexander Selkirk, el hombre que inspiró a Robinson Crusoe

La historia de Alexander Selkirk es tan estremecedora como apasionante. Y no es para menos, ya que la misma, según se estima, inspiró a Daniel Defoe para escribir su obra maestra.
Selkirk en Juan FernándezNacido en una familia trabajadora de finales del siglo XVII en Escocia, y tras haber vivido una adolescencia marcada por sus problemas contra la autoridad, Selkirk vería su futuro en la mar, no precisamente como mercader sino como bucanero. Su destino sería sellado en 1703, cuando, en plena Guerra de Sucesión Española, Inglaterra comenzara a contratar gran cantidad de corsarios con el fin de dañar las líneas de suministro y comercio enemigas. Selkirk conseguiría el puesto de Sailing Master -una especie de timonel con posibilidad de dar ordenes- bajo el mando de Brian Pickering en el galeón Cinque Ports, uno de los navíos que formaban parte de la expedición liderada por el St. George, capitaneado por el corsario William Dampier.
Así, a finales de año, partirían con la intención de atacar galeones españoles con rumbo a la ciudad de Buenos Aires, expedición que fallaría y, tras haberlo discutirlo fuertemente, los corsarios cambiarían de planes y se dirigirían al Mar del Sur, territorio en el cual la tripulación del Cinque Ports sufriría de escorbuto, pereciendo a causa de la misma 48 tripulantes entre los que se encontraba el capitán. Pickering sería reemplazado por un inexperto joven de 21 años, Thomas Stardling. No obstante, este “percance” no les impediría capturar varios navíos españoles tras rodear el Cabo de Hornos. Algo que, de manera esperable, no limitaría las fricciones entre ambos capitanes y vería a las naves separadas.
Juan FernándezTras llegar al archipiélago Juan Fernández, con el fin de cazar animales y conseguir agua fresca, Selkirk comenzaría a protestar sobre la condición de la nave -algo en lo que estaba cierto, ya que la misma se hundiría al poco tiempo,- y sus intentos por intentar convencer a sus camaradas de desertar y esperar al próximo navío serían interpretados como un amotinamiento.
Selkirk sería abandonado a su suerte en el archipiélago, dejándolo solo con un mosquete, algo de pólvora, una Biblia, un cuchillo y algunas herramientas. De nada valieron sus gritos por clemencia mientras el bote se alejaba, su destino, de ahora en más, sería sobrevivir durante 4 años y 4 meses en un archipiélago inexplorado y solitario del pacífico.
Naufrago
Alexander SelkirkLos primeros meses de soledad vieron a un Selkirk temeroso, quien de hecho, no se movía de la costa, temiendo que la isla estuviese poblada por bestias y, si así lo hacía, perder una oportunidad de rescate. Comiendo solo mariscos y otros frutos del mar a su alcance, la soledad prontamente comenzaría a atacarlo emocionalmente. Razón por la cual la temporada de apareamiento de lobos marinos le serviría como excusa para resignarse y comenzar a explorar la isla.
Con gran esfuerzo, construiría dos chozas a partir de madera de pimiento, y utilizando su mosquete lograría cazar varios animales pequeños, cuya carne y pieles le otorgaban tanto comida como refugio. Su desenvolvimiento era tal, que cuando por las noches comenzó a ser atacado por ratas salvajes, nuestro laborioso naufrago prontamente consiguió domesticar varios gatos salvajes, a los cuales alimentaba a cambio de protección y compañía.

Alexander SelkirkCuando su pólvora se agotó, debió comenzar a emboscar y correr a sus presas, algo peligroso, como demostró el día que tropezó por un barranco y cayó varios metros, quedando inconsciente por varias horas. Para su fortuna, la cabra a la cual perseguía le había amortiguado la caída, ya que Selkirk había caído encima de esta. Así, a medida que pasaban los años, fue improvisando su propia ropa, la cual cosía con un clavo afilado, e incluso, sus armas y herramientas, llegando a reemplazar su cuchillo a partir de uno hecho por el mismo con las partes metálicas de un barril que encontró en la costa.
Sin embargo, la soledad calaba profundo en su mente, por lo que Selkirk hablaba constantemente consigo mismo y rutinariamente leía la Biblia en voz alta para no olvidarse de como hablar. Su miedo, era el de ser encontrado y ser confundido con un hombre salvaje. Para desgracia, las únicas dos naves que habían llegado a la isla durante los cuatro años, eran españolas, y Selkirk temía ser ejecutado al ser considerado como un enemigo de guerra.
Rescate
Su fortuna se vería favorecida en febrero de 1709, cuando el navío corsario Duke, al mando del capitán Woodes Rogers, arribara a la isla. Rogers ganaría gran estima por Selkirk, y anotaría en su diario la destreza que el mismo poseía para cazar cabras. Agradecido por la cantidad de suministros que consiguió para su tripulación, además de rescatarlo le daría el puesto de oficial en una de sus naves, en la cual pasaría varios años recorriendo el mundo. Hasta 1717, donde volvería a su Escocia natal. Al cabo de un tiempo se casaría con una viuda, pero su vida estaba en la mar, lugar en el cual moriría de fiebre amarilla el 13 de Diciembre de 1721, mientras servía como teniente de la Nave Real Weymouth.

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