En junio de 1944 la marina estadounidense inició una campaña con el
objetivo de capturar bases avanzadas en el archipiélago de las Marianas
para posteriores ataques a las Filipinas o Formosa. Para proteger los
desembarcos en Guam y Saipán, previstos para mediados de mes, los
norteamericanos desplegaron la Agrupación 58, al mando del vicealmirante
Marc Mitscher, formada por 7 acorazados, 21 cruceros, 69 destructores y
15 portaaviones con 891 aviones. El almirante japonés Soemu Toyoda, que
acababa de ser nombrado jefe de la Flota Combinada, vio la oportunidad
de derrotar a los estadounidenses en un único combate, recuperando la
idea de Midway de forzar al enemigo a entablar la batalla decisiva. Para
ello reorganizó la flota, formando una gran fuerza de ataque bautizada
como la 1ª Flota Móvil, al mando del almirante Jisaburo Ozawa, que
contaba con 6 acorazados, 13 cruceros, 28 destructores y 9 portaaviones
con unos 500 aviones embarcados. Contaría también con el apoyo de la 1ª
Flota Aérea, con unos 1000 aviones repartidos en aeródromos en torno al
Mar de Filipinas. Pero la superioridad numérica japonesa en el aire era
engañosa. La mayoría de los pilotos japoneses eran jóvenes inexpertos
con menos de seis meses de vuelo en solitario, y sus aviones se habían
quedado desfasados, y poco podían hacer contra los nuevos Hellcat
guiados por radar y tripulados por pilotos bien adiestrados. El 11 de
junio los estadounidenses comenzaron los ataques aéreos preliminares a
los desembarcos contra los aeródromos de la 1ª Flota Aérea. En los ocho
días siguientes la 1ª Flota Aérea perdió la mitad de sus aparatos, de
forma que no pudo prestar la ayuda esperada en la que se pretendía que
fuese la batalla decisiva. Esta tuvo lugar el 19 de junio, y pasó a la
historia con el nombre de Batalla del Mar de las Filipinas, aunque los
aviadores navales estadounidenses la apodaron “el gran tiro al ganso de
las Marianas”. Los aviones japoneses fueron barridos del cielo por los
cazas estadounidenses, y los pocos que lograron pasar la barrera
defensiva fueron abatidos por las defensas antiaéreas de los buques. Los
aviadores de los portaaviones japoneses hicieron un total de 328
salidas y perdieron 243 aviones, mientras que la 1ª Flota Aérea perdía
otros 50. El día siguiente los aviadores estadounidenses pudieron atacar
a la flota japonesa, que había perdido casi por completo su cobertura
de cazas. El 21 de junio, cuando la 1ª Flota Móvil se retiró a Japón,
había perdido tres portaaviones (los
portaaviones de escuadra Taiho y Shokaku y el
ligero Hiyo), 395 aparatos y 445 tripulantes. Lo que quedaba de la 1ª Flota Aérea se retiró a las Filipinas.
Durante la batalla del Mar de las Filipinas la tripulación de un buque estadounidense observa un combate aéreo:
Para los japoneses lo peor no fue la pérdida de los portaaviones ni de
sus aparatos, sino la muerte de las tripulaciones. No habría nuevos
pilotos para suplir las pérdidas con una mínima preparación antes de la
primavera del año siguiente. A la superioridad numérica y técnica aliada
se le unía ahora la ausencia casi total de tripulaciones
experimentadas. Las posibilidades de victoria en un enfrentamiento
convencional con la aviación norteamericana eran prácticamente nulas.
Tras el desastre de las Marianas, en la Marina Imperial empezaron a
tomarse en consideración las solicitudes de creación de fuerzas de
ataque “especiales”. En la presentación de un informe sobre la batalla
del Mar de Filipinas ante el Estado Mayor Imperial, el capitán de navío
Eichiro Jo, comandante del portaaviones Chiyoda, propuso la creación y
el mando de una unidad especial de “abordaje directo”, formada por
pilotos inexpertos, que estrellarían sus aviones cargados de bombas
contra los portaaviones enemigos. También el contraalmirante Sueo
Obayashi, comandante de la 3ª División de portaaviones, se ofreció para
crear y entrenar una unidad similar, pidiendo al almirante Ozawa que
trasladase su propuesta al Estado Mayor Imperial. Ni el Estado Mayor ni
el almirante Toyoda, comandante de la Flota Combinada, aprobaron esas
propuestas, que sin embargo fueron tomadas en consideración por el
vicealmirante Takijiro Onishi, por entonces jefe del departamento de
aviación del Ministerio de Municionamiento.
Los pilotos eran conscientes de su situación. Participar en un ataque
convencional contra la flota estadounidense, enfrentándose a su
cobertura de cazas y a sus defensas antiaéreas, casi suponía una muerte
segura. Muchos se convencieron de que si iban a morir al menos tenían
que conseguir que no fuese una muerte inútil y que su sacrificio tuviese
algún resultado. A mediados de octubre, cuando la flota estadounidense
se presentó ante las Filipinas, una buena parte de los aviadores
japoneses habían asumido que el ataque suicida no sólo era una táctica
válida, sino la única con la que se podía hacer daño al enemigo. Como
veremos a continuación, entre el 15 y el 25 de octubre, día de la
primera misión oficial kamikaze, hubo varios ataques suicidas,
iniciativas individuales de aviadores no pertenecientes a las
escuadrillas del Cuerpo Especial de Ataque, que decidieron estrellar sus
aviones contra los buques enemigos sin necesidad de que nadie se lo
ordenase ni se lo sugiriese. Desde el día de su creación las
escuadrillas Shimpu nunca tuvieron problemas para encontrar voluntarios.
A comienzos de octubre los portaaviones de la Task Force 38 del
almirante Halsey comenzaron una serie de ataques a las bases aéreas de
las Filipinas, Okinawa y Formosa. El 12 de octubre comenzaron a atacar
los aeródromos japoneses de Formosa. En tres días de ataques continuos,
las fuerzas aéreas japonesas en Formosa fueron reducidas a la mitad,
evitando así que pudiesen ayudar en la defensa de las Filipinas. El día
14 ocurrió un hecho que pasó desapercibido: un torpedero Nakajima B6N
Tenzan se precipitó contra el crucero ligero Reno. El avión se empotró
en el puente de popa, causando daños leves. Pudo parecer una reacción
irracional de un piloto desequilibrado, pero en realidad fue el primer
aviso de lo que ocurriría en los días siguientes. Los aviadores
japoneses empezaban a aceptar su propio sacrificio voluntario como la
mejor forma de hacer frente a la aplastante superioridad enemiga.
La mañana del 15 de octubre los vuelos de reconocimiento japoneses
avistaron una gran escuadra norteamericana frente a la isla de Luzón. En
una decisión sin precedentes, los aviones de la 1ª Flota Aérea de la
Marina y de la 4ª Arma Aérea del Ejército se unieron en una única misión
para lanzar un ataque con todas sus fuerzas disponibles contra la
escuadra norteamericana. El contraalmirante Masabumi Arima, comandante
de la 26ª flotilla de la 1ª Flota Aérea, logró reunir en el aeródromo de
Nichols 13 bombarderos en picado Yokosuka D4Y Suisei, 16 cazas
Mitsubishi A6M Zero y unos 70 aviones del Ejército de diversos tipos,
para lanzar un ataque en dos oleadas. Tras salir la primera oleada de
ataque, el contraalmirante Arima sorprendió a todos anunciando que
tomaría personalmente el mando de la segunda. Arima había arrancado las
insignias de su uniforme de vuelo, dejando ver así cuál era su intención
al participar en aquella misión. El enemigo no podía saber que los
japoneses se sentían tan desesperados como para que un almirante
decidiese sacrificarse en un ataque suicida. Cuando localizaron a los
buques norteamericanos del Task Group 38/4 y comenzó el combate aéreo
entre los cazas, el contraalmirante escogió el blanco más importante, el
portaaviones USS Franklin, y enfiló directamente hacia él su Suisei. No
logró impactar contra el buque, pero al estrellarse junto a él se
extendió combustible en llamas por su cubierta de vuelo dando la
impresión de que el portaaviones había sido alcanzado. Así lo vieron los
pilotos japoneses, que informaron de que el buque enemigo se había
incendiado. El sacrificio de un oficial de tan alto rango, unido al
aparente éxito de su ataque, fue el ejemplo que los japoneses
necesitaban, si es que todavía necesitaban alguno, para aceptar el
ataque suicida como una táctica válida de combate.
Contraalmirante Masabumi Arima:
El 17 de octubre llegó a Nichols el vicealmirante Takijiro Onishi, que
había sido nombrado comandante de la 1ª Flota Aérea en sustitución del
vicealmirante Kimpei Tareoka. La tarde del día 19 convocó a una reunión
al Estado Mayor de la 1ª Flota Aérea en el cuartel general del grupo
aéreo 201, en el aeródromo de Mabalacat, en la isla de Luzón. Además de
Onishi y su ayudante personal, el teniente de navío Moji, a la reunión
asistieron: el jefe del Estado Mayor capitán de navío Rikihei Inoguchi,
el capitán de fragata Asaichi Tamai, comandante del grupo aéreo 201 y de
la base de Mabalacat, el capitán de corbeta Yosioka, del Estado Mayor
de la 26ª flotilla aérea, y los jefes de escuadrilla, tenientes de navío
Masanobu, Ibusuki y Yokoyama. Onishi expuso la desesperada situación en
la que se encontraban: El día anterior se había puesto en marcha la
operación Sho Go, el definitivo intento de forzar a la flota
estadounidense a librar la batalla decisiva. La poderosa flota del
vicealmirante Kurita estaba en camino, pero tardaría varios días en
llegar a aguas filipinas. La misión de la Primera Flota Aérea era hacer
frente a la invasión de la isla de Leyte, fijar allí a la flota
estadounidense y mantener la presión hasta que la escuadra de Kurita
llegase y obligase al enemigo a librar la gran batalla que decidiría la
guerra. Para tan difícil cometido la 1ª Flota Aérea contaba en esos
momentos con apenas 50 aviones en condiciones de combatir. Las tácticas
convencionales serían inútiles, y la única manera de conseguir
resultados y lograr hacer daño a la flota estadounidense era recurrir a
los ataques suicidas. Siguió una discusión que duró casi hasta la
medianoche, cuando todos acabaron por aceptar la propuesta de Onishi. El
capitán Tamai solicitó ser el encargado de organizar el nuevo grupo
especial de ataque. Entonces se hizo llamar al teniente de navío Yukio
Seki, al que Onishi nombró comandante de la primera escuadrilla de
voluntarios. Inoguchi propuso un nombre para la nueva unidad: Cuerpo
Especial de Ataque Viento Divino, en japonés Shimpu Tokubetsu Kogeki Tai
(o abreviadamente Tokkotai), en recuerdo del tifón que en 1281 destruyó
la gigantesca armada que el emperador mongol Kublai Khan envió a
invadir Japón (Shimpu es una palabra formada por los mismos ideogramas
que la palabra Kamikaze, el nombre del tifón). La tarde del día
siguiente se constituyeron las cuatro primeras escuadrillas Shimpu con
los primeros 24 voluntarios. Tres escuadrillas se quedaron en Mabalacat,
en Luzón, bautizadas como Shikishima, Asahi y Yamazakura. La cuarta,
llamada Yamato, se trasladó a la isla de Cebú.
Vicealmirante Takijiro Onishi:
Teniente de navío Yukio Seki:
Al amanecer del 21 de octubre, un grupo de aviones de la 4ª Arma Aérea
del Ejército atacó a la flota que protegía la cabeza de playa de Leyte.
Uno de ellos (hay distintas versiones sobre el tipo de avión, se dijo
que había sido un Val, pero siendo un aparato del Ejército seguramente
se trataba de un Mitsubishi Ki-51) eligió como objetivos los cruceros
pesados australianos Shropshire y Australia. Cuando el avión fue
alcanzado por la defensa antiaérea del Shropshire, el piloto se
precipitó contra el Australia. Se estrelló a pocos metros del buque,
pero el puente de mando quedó envuelto en llamas al quedar rociado por
combustible ardiendo. Los daños materiales en el buque no fueron muy
graves, pero hubo 21 muertos y 54 heridos (entre los muertos se
encontraba el comandante del crucero, el capitán Emile Frank Verlaime
Dechaineux).
Daños en el puente del HMAS Australia tras el incendio provocado por el ataque suicida del 21 de octubre:
Ese día despegó de Mabalacat la escuadrilla Shikishima al mando del
teniente Seki, en la que habría sido primera misión oficial kamikaze.
Sin embargo, a causa de la mala visibilidad, los aviones regresaron sin
haber podido localizar ningún blanco. El fracaso se repetiría los tres
días siguientes. En Cebú el mal tiempo también estaba retrasando la
primera acción kamikaze. La escuadrilla Yamato dejaba pasar las horas
esperando a que mejorasen las condiciones meteorológicas para despegar
en su primera misión, cuando hacia las cuatro de la tarde la base fue
atacada por una treintena de aviones norteamericanos. Fue un ataque
rápido y devastador en el que fueron destruidos varios de los aparatos
que esperaban en la pista listos para despegar. Pero también fue una
oportunidad para que el Cuerpo Especial empezase su historia con éxito,
si lograban despegar rápidamente y seguir a los aviones enemigos en su
vuelo de regreso a sus portaaviones. Tan sólo tres Zeros pudieron
despegar, y no lo suficientemente rápido como para mantener contacto con
los aparatos enemigos. Al anochecer volvieron dos de ellos sin haber
podido localizar ningún blanco. El tercero, pilotado por el subteniente
Yoshiyasu Kuno, nunca regresó. Los japoneses no pudieron saber si el
primer avión perdido en una misión kamikaze había logrado algún
resultado positivo atacando algún buque enemigo o simplemente se había
estrellado en el mar o en la selva.
El día 23 llegó a Luzón la 2ª Flota Aérea de la Marina, al mando del
vicealmirante Shigueri Fukudome, con 350 aviones, para reforzar a la
casi aniquilada 1ª Flota Aérea. Fukudome rechazó tajantemente la
propuesta de Onishi de organizar unidades de ataque suicida: él no
estaba dispuesto a participar en esa locura, y sus aviones combatirían
de forma convencional. Pero el día siguiente la 2ª Flota Aérea sufrió
enormes pérdidas en un ataque masivo contra la flota estadounidense. 60
bombarderos y torpederos y su escolta de 130 cazas fueron diezmados por
los Hellcats cuando trataban de alcanzar a la Task Force 38.3. Sin
embargo, un solitario bombardero en picado Suisei logró atravesar la
línea de cazas enemigos, y con una única bomba de 225 kilos provocó un
incendio en el portaaviones ligero USS Princeton, que horas más tarde
sería abandonado y rematado por un submarino estadounidense. Además el
crucero Birminham resultó dañado gravemente por una explosión cuando
trataba de auxiliar al Princeton. Fue el único triunfo que tuvo la 2ª
Flota Aérea ese día, a cambio de unas pérdidas pavorosas. La carnicería
que sufrieron sus pilotos y el éxito de la escuadrilla Shikishima el día
siguiente, del que hablaremos más adelante, hicieron cambiar de opinión
a Fukudome, que aceptó crear nuevas escuadrillas suicidas sólo tres
días después de haber rechazado la idea ante Onishi.
Desde el USS Birmingham se trata de controlar el fuego del USS Princeton
tras el ataque de la 2ª Flota Aérea de Fukudome el 24 de octubre; el
Princeton finalmente se hundió, siendo el último buque hundido por la
aviación japonesa en un ataque convencional:
La mañana del 24 de octubre, 80 aviones de la 4ª Arma Aérea atacaron
nuevamente a la flota norteamericana en el golfo de Leyte. Un Ki-51,
alcanzado por el fuego antiaéreo, se precipitó envuelto en llamas contra
el mercante Augustus Thomas y el remolcador Sonoma, que se encontraba
arbolado a él. El avión impactó en el costado de babor del remolcador,
que comenzó a hacer agua rápidamente. Fracasaron los intentos de
embarrancarlo, y el Sonoma se hundió unas horas después, convirtiéndose
en el primer buque estadounidense hundido por un ataque suicida japonés.
Pero al igual que en los ataques al USS Franklin y al HMAS Australia no
se trataba todavía de una misión oficial Kamikaze.
Tampoco lo fue el siguiente ataque suicida: a las 7h40’ del 25 de
octubre una formación de seis Zeros atacó a los portaaviones de escolta
del grupo 1º de la Task Force 77/4 al este de la isla de Surigao. Se
trataba de la escuadrilla Kikushi, de la base aérea de Davao. El jefe de
la escuadrilla logró atravesar la barrera de fuego antiaéreo y
precipitó su avión contra el portaaviones Santee. El caza atravesó la
cubierta de vuelo y se estrelló en el hangar, provocando varios
incendios y causando 16 muertos y 27 heridos (un cuarto de hora después
el Santee recibió el impacto de un torpedo disparado por el submarino
I-56, que causó la inundación de varios compartimentos y una escora a
estribor de 6º; sin embargo los daños se solucionaron rápidamente,
completándose las reparaciones de emergencia a las 9h35’).
Impacto del caza japonés en la cubierta del USS Santee:
A continuación los aviones restantes picaron contra los otros
portaaviones enemigos. Uno fue derribado por los antiaéreos del Suwanee a
menos de 50 metros del Sangamon. Otros tres se dirigieron contra el
Suwanee y el Petrof Bay y fueron derribados por sus defensas antiaéreas.
El quinto caza subió hasta 2.000 metros para lanzarse en picado contra
el Suwanee. Se estrelló a poca distancia del ascensor de popa, abriendo
un boquete en la cubierta de vuelo y estalló en el hangar, causando 31
muertos y 82 heridos. Dos horas después el hangar y la cubierta de vuelo
del Suwanee estaban en condiciones de seguir operando. Suele ser
considerado el primer ataque Kamikaze, pero lo cierto es que no se
trataba de una de las escuadrillas del cuerpo recién creado por Onishi.
Los pilotos, voluntariamente y por iniciativa propia, quizás siguiendo
el ejemplo del primero que picó contra el Santee, decidieron estrellarse
contra los portaaviones enemigos, sin seguir ningún plan prefijado. De
hecho, los japoneses no tuvieron conocimiento de este ataque hasta el
final de la guerra.
Fotografía de la cubierta del USS Suwanee tras el ataque:
Restos del caza japonés recogidos en el USS Suwanee:
Reparando los daños en la cubierta del Suwanee:
A las 7h25’ de la mañana del 25 de octubre despegaron de Mabalacat los
cinco cazas Zero de la escuadrilla Shikishima al mando del subteniente
Seki, portando cada uno una bomba de 250 kilogramos. Les acompañaban
otros cuatro Zero de escolta, mandados por el subteniente
Hiroyoshi Nishizawa,
un veterano piloto de caza. Era el quinto intento tras cuatro días de
mal tiempo en los que no habían tenido oportunidad de atacar a la flota
estadounidense.
Ceremonia anterior al primer ataque Kamikaze. El teniente Seki recibe
una taza con agua. El vicealmirante Onishi se encuentra en el centro, de
espaldas:
Escuadrilla Shikishima despegando:
A las 10h10’ localizaron unidades enemigas a 50 kilómetros al NE de la
isla de Suluan. Se trataba de una agrupación de portaaviones de escolta y
destructores de la 7ª Flota con nombre en clave Taffy 3, con los
portaaviones White Plains, Kitkun Bay, Fanshaw Bay y Saint Lô. Los
pilotos kamikaze se aproximaron a ras del agua para no ser detectados
por el radar, ganaron altura y picaron contra los portaaviones. El
primero en atacar escogió como blanco el Kitkun Bay. El avión golpeó al
portaaviones detrás de la isla, a estribor, rebotó en la cubierta y cayó
al mar, pero la bomba que transportaba estalló en la cubierta, causando
un muerto y 16 heridos. Dos aviones se lanzaron contra el Fanshaw Bay,
pero fueron derribados por la artillería antiaérea sin llegar a impactar
en él. Otros dos se dirigieron contra el White Plains. El buque evitó
un impacto directo con un rápido viraje a estribor. Uno de los aviones,
acribillado por las defensas antiaéreas, se estrelló al costado del
buque causando daños poco importantes y nueve heridos. El otro, también
alcanzado por los antiaéreos, cambió de objetivo en el último momento y
se lanzó en llamas contra el Saint Lô, atravesó la cubierta de vuelo y
estalló en el hangar. Hubo una gran explosión, a la que siguieron otras
seis más cuando el fuego alcanzó los torpedos y las bombas almacenados
en el hangar. Media hora después, ya con la quilla del buque al aire, se
produjo una última gran explosión que lo partió en dos. El Saint Lô se
hundió, contabilizándose 113 muertos o desaparecidos, a los que se
añadirían 30 muertos más a consecuencias de las heridas sufridas.
Un Zero a punto de impactar contra el USS White Plains:
Gigantesca explosión en el USS Saint Lô:
El USS Saint Lô ardiendo, poco antes de hundirse:
El 27 de octubre el Cuartel General Imperial difundió el siguiente comunicado:
“La
unidad Shikishima del Cuerpo Especial de Ataque Shimpu, a las 10h45’ de
la mañana del 25 de octubre de 1944, obtuvo éxito en un ataque por
sorpresa contra una agrupación de fuerzas enemigas, incluyendo cuatro
portaaviones, a treinta millas náuticas al nordeste de Suluan, en las
islas Filipinas. Dos aviones de Ataque Especial se estrellaron juntos
contra un portaaviones enemigo, causando grandes incendios y
explosiones, resultando probablemente hundido el navío. Un tercer avión
se estrelló contra otro portaaviones, provocando tremendos incendios. Un
cuarto avión se precipitó sobre un crucero, dando origen a una
formidable explosión, que posteriormente causó el hundimiento del
barco”. Así, como un espectacular éxito, fue como se dio a conocer
el Cuerpo Especial de Ataque Shimpu al pueblo japonés. La información
que se hizo pública se basaba en los informes de los tres pilotos de los
cazas de escolta supervivientes de la misión, exageradamente
optimistas. Según ellos, tan sólo uno de los aviones de la escuadrilla
no había logrado estrellarse en ningún blanco, y los otros cuatro habían
impactado en tres buques enemigos y habían logrado hundir uno o dos de
ellos. Realmente, aunque los resultados habían sido exagerados la misión
de la escuadrilla Shikishima no dejaba de ser un éxito. En un ataque
llevado a cabo por cinco aviones, tres de los cuatro portaaviones de la
Taffy 3 habían sido alcanzados, dos de ellos con escasos daños, pero el
tercero se había hundido (en esto los japoneses habían rebajado el éxito
de la misión, al confundir el St Lô con un crucero). A la vista de los
resultados, los que en la Marina Imperial se seguían manifestando en
contra de la utilización de escuadrillas suicidas difícilmente podían
seguir manteniendo su oposición.
El día siguiente al ataque de la escuadrilla Shikishima, el 26 de
octubre, se producía un nuevo ataque kamikaze en el estrecho de Surigao a
cargo de la escuadrilla Yamato de Cebú, resultando alcanzado el
portaaviones de escolta USS Suwanee, el mismo que ya había sido dañado
el día anterior por el ataque suicida de la escuadrilla Kikushi. El caza
del jefe de la escuadrilla se estrelló contra los aviones que se
encontraban en la cubierta de vuelo del Suwanee, provocando un gran
incendio que tardó varias horas en controlarse, causando graves daños al
buque y 143 muertos o desaparecidos entre su tripulación.
El caza pilotado por Tomisaku Katsumata a punto de estrellarse sobre el
USS Suwanee, en el mismo momento en el que un avión estadounidense iba a
aterrizar en el portaaviones:
Momento en el que el kamikaze impacta sobre un avión que se encontraba sobre la cubierta del portaaviones, explotando ambos:
El fuego se extiende a otros aviones y se produce un gran incendio sobre la cubierta de Suwanee:
El vicealmirante Fukudome, reconociendo el éxito de las tácticas del
Cuerpo Especial de Ataque, aceptó fusionar la 1ª y 2ª Flotas Aéreas y
crear nuevas escuadrillas Shimpu. El 27 quedaron constituidas cuatro
nuevas escuadrillas: Junchu, Seichu, Chuyu y Giretu.
Las acciones del Shimpu continuaron en las Filipinas hasta el mes de
enero de 1945. En total 425 aviones kamikaze y un centenar más del
Ejército (Tokubettsu) hundieron 27 buques y dañaron otros 174. Más tarde
se formaron nuevas escuadrillas también en Formosa, pero fue en Okinawa
entre los meses de abril y junio donde los kamikazes actuaron en mayor
número, con los grandes ataques Kukusui, en los que intervenían cientos
de aparatos en ataques masivos desde varias direcciones diferentes.
Aunque sus resultados fueron significativos, todo el daño que podían
hacer los pilotos con su sacrificio no reducía en nada la formidable
desproporción de fuerzas que existía a favor de los estadounidenses.
Finalmente el Viento Divino llegó demasiado tarde para cambiar el curso
de la guerra.
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