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         Hércules: infancia y primeras hazañas. 
     
                 
    Hércules es el héroe máximo de la mitología clásica, tebano de  
 nacimiento y, durante parte de su vida, también de residencia, aunque  
 tirintio o miceneo por su familia. En cuanto a la transición española de 
 su 
    nombre, es recomendable la forma “Hércules” más bien que la forma 
 “Heracles”. Hércules, hijo de Zeus, es el último héroe que este 
    engendra 
 en mujer mortal, al enamorarse de Alcmena, la hija de Electrión, a 
    la 
que encontrándose ella en Tebas, engaña presentándosele con la figura  
corporal de Anfitrión. Alcmena, establecida en Tebas con Anfitrión, no  
había 
    consentido en consumar su matrimonio con Anfitrión hasta que éste 
 ejecutara 
    la campaña de castigo contra los Teléboas que Electrión no había 
 podido 
    llevar a cabo. También Anfitrión, tras el episodio de la zorra de 
Teomeso, 
    había partido hacia Tafos y, gracias a la traición de Cometo, 
 había 
    conseguido una total victoria contra Pterelao y los Teléboas.  
Emprende, 
    pues, Anfitrión su triunfal regreso a Tebas, pero cuando está ya  
cerca de la 
    ciudad, cuando Zeus, enamorado de Alcmena, se presenta a ella 
haciéndose 
    pasar por Anfitrión, le cuenta que ha cumplido victoriosamente 
 la misión de 
    castigo contra los teléboas que ella le había exigido (por ser 
 los matadores 
    de los hermanos de Alcmena), y logra así que Alcmena le 
 reciba en su lecho, 
    creyendo que es Anfitrión y consintiendo por fin en la 
 consumación del 
    matrimonio: engaño de los más célebres de toda la mitología 
 clásica. 
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    El entusiasmo de Zeus por Alcmena es tan grande, que, habiendo llegado junto 
    a ella al empezar la 
 noche, triplica la duración de esa noche que pasa con 
    Alcmena, haciendo que el sol salga con veinticuatro 
 horas de retraso sobre 
    lo que habría sido su orto ordinario al terminar aquella noche. Ahora bien, 
    con  
Apolodoro concuerda bien la narración senecana: “ese hijo para cuyo 
    nacimiento el cielo consumió un 
 día y el sol salió con retraso en el mar 
    oriental por habérsele ordenado que retuviera su luminaria sumergida 
 en el 
    Océano”, con lo que la continuidad de la estancia de Zeus con Alcmena 
    durante una noche de 
 treinta y seis horas, y un retraso de veinticuatro 
    horas en la subsiguiente salida del sol, parece ser  
la forma más genuina de 
    esta tradición mítica de la concepción de Hércules. 
     
              
    Terminada la larga noche, Zeus, sin descubrir a Alcmena su verdadera 
    identidad, le regala una copa 
 que dice haber recibido de sus soldados como 
    trofeo de victoria; tras de lo cual, Zeus se marcha,  
siempre sin dejar a 
    Alcmena el menor indicio o sospecha que no sea el verdadero Anfitrión. Poco 
    después  
al parecer, durante el día que sigue a la noche larga, llega el 
    verdadero Anfitrión y le parece que  
Alcmena lo acoge con cierta frialdad; es 
    más, al referirle los pormenores de la campaña, Alcmena le dice 
 que ya se lo 
    ha contado la noche anterior, noche que ha pasado con ella, lo que alarma 
    grandemente a  
Anfitrión, que llama a Tiresias para que le ilustre sobre lo 
    que le haya podido suceder.  
               
    Nace Hércules (y, tras él, Íficles), y tampoco después de su 
    nacimiento continúa Hera  
la persecución contra él ya iniciada al retrasar su 
    nacimiento, pero que será encarnizada y tenacísima  
durante toda la vida de
    Hércules, hasta el punto de constituir, junto a otros hechos, una 
    relación casi  
permanente entre ambos, relación que, según una etimología 
    corriente en la Antigüedad, explicaría  
el nombre griego de Hércules 
    como “La gloria de Hera”. Sólo cuando Hércules termina sus hazañas 
 en 
    la tierra y es divinizado y trasladado al cielo, logrará por fin su padre 
    Zeus que Hera se  
reconcilie con Hércules, reconciliación sellada por 
    el matrimonio de Hebe, hija de Hera y Zeus,  
con Hércules. Por el 
    momento Hera inicia la persecución contra el niño Hércules cuando 
    éste se  
encuentra todavía en la cuna, enviándole dos descomunales serpientes 
    que espera que acaben con él.  
Hércules en ese momento o acababa de 
    nacer o tenía ocho meses o diez meses o un año. El niño  
estrangula las 
    serpientes con sus dos manos. Según Fericides, fue el propio Anfitrión el 
    que echó  
las serpientes a la cuna donde dormían los dos hermanos, queriendo 
    probarlos y saber por sus reacciones  
cuál de los dos era hijo de Zeus y cual 
    era suyo, y conoció que Íficles era su hijo porque se asustó y huyó 
 de las 
    serpientes, mientras Hércules les hizo frente y las ahogó. 
     
               
    En Tebas va creciendo Hércules y recibiendo educación: Anfitrión le 
    enseña a conducir carros,  
Autólico, hijo de Hermes, a luchar con los brazos 
    y cuerpo, Éurito, rey de Ecalia, a disparar el arco,  
Cástor a luchar con las 
    armas, Lino a tocar la cítara y cantar a sus acordes. A Lino, hermano de 
    Orfeo,  
lo mata Hércules golpeándole con la lira irritado porque Lino 
    le había a su vez golpeado. Juzgado por  
este homicidio, se defendió 
    Hércules alegando una ley de Radamantis que proclamaba inocente a quien 
 repeliese una agresión injusta, y fue absuelto. Pero Anfitrión, temiendo que
    Hércules repitiese tal  
actuación, lo envía a cuidar del ganado vacuno 
    en los pastizales. Allí es donde Hércules se hace adulto 
 alcanzando 
    enorme estatura y fuerza.  
              
    La primera hazaña de Hércules fue dar muerte al león del Citerón, que 
    causaba estragos en los 
 rebaños vacunos de Anfitrión y de Tespio. Tenía 
    Hércules dieciocho años, y se encaminó al Citerón  
con la intención de 
    dar caza al león, cosa que no logró más que al cabo de cincuenta días, 
    durante 
 cuyas noches se alojaba en casa de Tespio, rey de Tespias en Beocia. 
    Tenía Tespio cincuenta hijas, 
 y concibió el proyecto de que todas ellas 
    tuvieran hijos de Hércules. Para ello cada noche lo hacía acostarse 
 con una distinta, creyendo Hércules que era siempre la misma; rasgo 
    curioso propio, de la “civilización 
de la oscuridad” que ha durado hasta que 
    en los últimos años del siglo XIX se generalizó la luz eléctrica. 
     
            Hércules 
    engendra así en las Tespiades hasta cincuenta hijos.  
               
    Pero hay variantes: Hércules yace en una sola noche con las cincuenta 
    Tespiades; o yace, 
 también en una sola noche, sólo con cuarenta y nueve 
    porque una de ellas se niega, y entonces  
Hércules la condena a 
    perpetua virginidad como sacerdotisa suya; o yace con las cincuenta en siete 
    días.  
También varía el número de hijos que engendra en las Tespiades: 
    cincuenta, cincuenta y dos, por haber 
 tenido gemelos la mayor y la menor. En 
    todos los casos son varones todos.  
                  
    A los cincuenta días, pues, mata al león, lo desuella, y utiliza la piel 
    como cobertura y las  
fauces como casco, y éste es el famoso ropaje de 
    Hércules.  
                    
    La segunda hazaña de Hércules fue liberar a los tebanos del oneroso 
    tributo que estaban 
 obligados a satisfacer al rey Ergino de Orcómeno, rey de 
    los Minias, padre de Trofonio y Agamedes,  
hijo de Clímeno, nieto de Presbón, 
    y biznieto de Frixo y Calcíope. El tributo consistía en cien vacas 
 al año 
    durante un período de veinte, y había sido impuesto por Ergino a los 
    tebanos, después de causar  
en ellos gran mortandad y como condición de la 
    paz, en castigo de haber dado muerte a su padre Clímeno  
un tebano llamado 
    Perieres, auriga de Meneceo. Venían, pues, los emisarios de Ergino a cobrar 
    el tributo 
 anual, cuando se topa Hércules con ellos y los ultraja con 
    la más refinada ferocidad, cortándoles orejas, 
 narices y manos y atándoselas 
    a los cuellos, tras de lo cual les ordena que vayan a decir a Ergino que ese 
 es el tributo que llevan de Tebas. Ergino vuelve para tomar venganza, pero
    Hércules, que ha recibido  
armas de Atenea, y que se coloca a la 
    cabeza del ejército tebano, lo derrota y mata, e impone entonces a 
 los de 
    Orcómeno un tributo doble del que ellos habían impuesto a Tebas. En esta 
    batalla muere  
Anfitrión. Hércules, en premio de su distinguida 
    actuación, recibe de Creonte la mano de su hija mayor, 
 Mégara, de quien 
    tiene tres hijos, llamados Terímaco, 
 les, el hermanastro de Hércules, 
    que, de un matrimonio anterior, con Astimedusa, hija de Alcátoo, 
 tenía un 
    hijo llamado Iolao, que fue siempre muy querido de Hércules. Por su 
    parte Alcmena, al quedar  
viuda, casa de nuevo, con Radamantis, el hijo de 
    Europa y Zeus, que había sido desterrado de Creta por 
 haber dado muerte a su 
    hermano, y ambos viven en Ocáleas de Beocia hasta la muerte de Alcmena, de 
    avanzada edad y después de haber sobrevivido a su hijo Hércules y a 
    su nieto Hilo.  
                  
    Habiendo Hércules aprendido de Éurito el manejo del arco y flechas, 
    recibe de Hermes una  
espada, de Apolo el arco, de Hefesto una coraza de oro, 
    de Atenea un peplo y de Posidón un 
 caballo; él mismo se fabrica su otra gran 
    arma característica, la maza, cortándola de un árbol de Nemea. 
     
            
    A continuación Hera, que le odia y le perseguirá tenazmente durante toda su 
    vida, le hace  
volverse loco, en cuyo estado mata a los hijos que ha tenido 
    de Mégara y a dos de Íficles, tras de lo cual  
recupera la lucidez, es 
    purificado por Tespio, y va a Delfos, a consultar a Apolo dónde debe vivir.
     
               
    Al llegar Hércules a Delfos, recibe por primera vez, de la Pitia, el 
    nombre de Hércules, habiéndose 
 llamado antes Alcida, es decir, el 
    patronímico relativo a su abuelo paterno Alceo, el padre de Anfitrión.
     
              
    Hércules, pues, es saludado en Delfos con el nuevo nombre por la Pitia, 
    que a continuación  
le comunica que debe ponerse a las órdenes de Euristeo, 
    rey de Tirinto y Micenas y realizar diez 
 trabajos que éste le mandará, y que 
    una vez los haya llevado a cabo será inmortal.  | ||
lunes, 17 de septiembre de 2012
Hercules
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