martes, 25 de febrero de 2014

Charles Dickens y su afición por los cadáveres


Charles Dickens
(Charles Dickens)
No es extraño que un autor busque información o documentación para sus libros de la forma más directa posible. Pero quién sabe dónde está el límite entre la persecución loable de documentación y detalles que luego plasmar en los textos y el morbo insano. No sabría decir en qué punto entre esos dos extremos estaba Charles Dickens.

Dickens era un gran autor, de eso no hay duda y lo sigue siendo dos siglos después de su nacimiento. Lo que no sabemos es qué parte de ese buen resultado en sus libros se debe a su afición a visitar la morgue de París. Según parece, cuando estaba en la capital francesa, pasaba casi todos los días por la morgue y se entretenía largo rato mirando los cadáveres expuestos. En aquel tiempo se exhibían abiertamente al público los cuerpos que no habían sido identificados, que habitualmente correspondían a vagabundos e infelices semejantes.

El autor inglés miraba y remiraba los cadáveres y se interesaba por las circunstancias de la muerte. No acaba ahí la cosa, ya que también solía visitar los lugares en los que habían ocurrido crímenes y curioseaba en los detalles más escabrosos y sangrientos. Como decía, es complicado saber hasta dónde llegaba el escritor y dónde comenzaba el hombre con una mente quizás algo morbosa.

lunes, 24 de febrero de 2014

¿Sabes para qué sirve el pequeño agujero lateral de un bolígrafo BIC?


[Solucionado] ¿Sabes para qué sirve el pequeño agujero lateral de un bolígrafo BIC?
Todos los días, miles de bolígrafos BIC son vendidos en todo el mundo. Son un completo éxito, por decir lo menos, por lo que no es de extrañar que encontremos estas útiles herramientas de escritura a donde quiera que vayamos.



Eso sin contar que resulta prácticamente imprescindible tener uno en la mochila, en la oficina, en el auto, etc… ya sea mordisqueados, quebrados o sin la tapa, siempre tenemos un bolígrafo BIC al alcance de la mano.



Resulta curioso saber que la inspiración para crear esta pluma esferográfica vino de László Bíró, un periodista de origen húngaro que estaba harto de tener que llenar la pluma estilográfica y esperar hasta que la tinta secara después de escribir. La idea de esta invención vino cierto día que observó una bola rodar sobre un charco de agua, dejando un rastro del líquido por donde quiera que pasaba. A partir de ahí, se reunió con su hermano György, que era químico, para inventar un aversión comercialmente viable de dicho objeto.

En el año 1938, los hermanos Biró patentaron el diseño, cuya característica única era una pequeña bola en la punta, que al rodar liberaba tinta del cartucho. Aunque hubo versiones anteriores de las plumas esferográficas, la mayoría terminó fracasando porque presentaban fugas, sequedad y problemas en la liberación de la tinta. Dos años después, los hermanos Biró comenzaron a vender licencias del diseño a los fabricantes de Estados Unidos e Inglaterra y en muy poco tiempo la historia de los bolígrafos BIC había comenzado.
   


El secreto de los agujeros.

En el año 1950, un fabricante francés de plumas llamado Marcel Bich lanzó su primero modelo sobre la licencia de los hermanos Biró. Como precisaba de un nombre para su producto, el empresario adoptó su propio apellido con una sutil diferencia y creo el “BIC Cristal”; además, resolvió algunas fallas implícitas en el diseño de los Biró, dando inicio a una producción en masa de muy bajo costo.

Para controlar mejor el flujo, Bich invirtió en tecnología suiza para conseguir una esfera que le permitiera a la tinta fluir libremente. También alteró la viscosidad de la tinta para evitar las fugas y el resecado. En este mismo tiempo surgió el enigmático agujero que se encuentra al lateral de todos los bolígrafos de BIC.

Por más inútil que sea su apariencia, ese diminuto agujero sirve para igualar la presión atmosférica dentro y fuera de la pluma. Sin este, sería imposible usar de forma correcta el objeto dentro de un avión o en la cima de un edificio muy alto, por ejemplo. Una diferencia en la presión atmosférica entre el interior y el exterior provocaría que la pluma “explotara” – y todos sabemos la suciedad que resulta cuando eso pasa.

Según la FAQ en el sitio de BIC, cerca del 90% de todas las plumas producidas en la actualidad cuentan con este recurso para evitar los derrames. Pero BIC también tiene otro agujero enigmático en su haber: en el año 1991, a la pluma también se integró un agujero en la tapa, cuya finalidad no era la de aumentar o mejorar el rendimiento del producto, sino la seguridad de sus usuarios. Las tapas poseen un agujero en la punta en cumplimiento de una norma de seguridad internacional que pretende evitar el riesgo de que los niños (y también los adultos desprevenidos que las mastican) se sofoquen con la pieza, ya que este agujero permite el paso de aire en caso de que sean ingeridas.

FUENTE

miércoles, 19 de febrero de 2014

Lago de esqueletos en Roopkund, India...

En 1942 fue descubierto un lago glaciar en Uttarakhand, un estado situado al norte de la India que colinda con el Tíbet y Nepal. El lago se sitúa a 5,029 metros sobre el nivel del mar, lo que explicaría porque lo que ocurrió allí hace más de 2,800 años permaneció oculto hasta hace relativamente poco.

El nombre de este lago es Roopkund, y nadie habría imaginado los acontecimientos que tuvieron lugar allí alrededor del 850 a.C. Cuando el invierno empieza su marcha y el hielo comienza a derretirse, es posible ver cientos de esqueletos humanos bajo la superficie o flotando entre las aguas.

Los primeros informes de estos huesos datan de finales del siglo XIX, pero fueron bien documentados hasta el año 1942. Inicialmente se pensó que estas osamentas pertenecían a soldados japoneses que transitaban por la zona, y que luego perecieron debido a lo inhóspito del terreno. Como la Segunda Guerra Mundial se encontraba en pleno apogeo, los británicos se apresuraron a enviar un contingente de investigación para determinar si habían dado con algún movimiento secreto del enemigo. Sin embargo, luego de la investigación, se reveló que los cadáveres no podían pertenecer a soldados japoneses ya que no eran recientes.

Algunos de los exploradores británicos enviados a Roopkund, y muchos estudiosos supusieron que todos estos huesos habrían pertenecido al general Zorawar Singh de Cachemira y sus hombres, que se dice perdieron el rumbo y perecieron en el Himalaya, durante su viaje de retorno después de la Batalla del Tíbet en 1841. Pero las pruebas de carbono 14 realizadas a los cadáveres en la posterior década de 1960 desestimaron totalmente la teoría. Los resultados de dichas pruebas indicaron vagamente que los esqueletos podrían datar de un punto en el tiempo entre el siglo XII y XV. Estos resultados condujeron a muchos historiadores a vincular los huesos a un ataque fallido de Mohammad Tughlak en el Garhwal Himalaya. Otros creyeron que se trataban de los restos de las víctimas de una epidemia desconocida. Y unos pocos antropólogos pusieron sobre la mesa la teoría de un suicidio ritual.

Fue hasta el año 2004 cuando un equipo de científicos europeos e indios decidió investigar a profundidad esta zona, con el patrocinio del Canal de la National Geographic, la terrible verdad del misterio de los huesos del lago Roopkund comenzó a salir a la luz.

Las pruebas de ADN practicadas situaron a los cadáveres en dos categorías físicas distintivas – unos de baja estatura y otros significativamente más altos. Los resultados también revelaron que los huesos provenían de una época mucho más temprana de la que se pensaba. Una nueva datación por carbono estimó la fecha alrededor del 850 a.C.

Las fracturas en la parte posterior de los cráneos indicaban que habían muerto debido a un golpe letal en la parte posterior de la cabeza, pero no causado por una avalancha o deslizamiento de tierra, sino hecho por un objeto redondo y contundente del tamaño de una pelota de cricket. La ausencia de otras heridas en el cuerpo indicaba que el golpe había venido desde arriba. La única explicación posible para lesiones de este tipo a este gran número de individuos era algo que hubiera caído del cielo, como una granizada.

No existe evidencia histórica de rutas comerciales hacia el Tíbet que atravesaran por Roopkund, sin embargo esta área se sitúa sobre una importante ruta de peregrinación del culto a Nanda Devi, cuyas festividades tienen lugar cada 12 años aproximadamente. El grupo compuesto por entre 500 y 600 personas se asemeja más al de un peregrinaje. El grupo de los primeros viajeros había estado compuesto por personas del mismo sitio que contrataron a guías que conocían el lugar para que los llevaran y cargaran sus equipajes a través de las altas montañas. Al llegar a este lago, al que probablemente habían descendido en busca de agua fresca, un grupo de nubes se habrían posado sobre ellos. Sin un refugio disponible en el Himalaya lo más probable es que muchos, o todos ellos, perecieran ante el embate del clima. Las heladas aguas conservaron sus cuerpos durante cientos de años. Algunos de ellos aún tenían el pelo y las uñas, así como conjuntos de ropa intactos. FUENTE