Tras asumir el mando en 1711 prontamente puso en orden las finanzas de
su nación y empeñó gran parte de su tiempo en mejorar las condiciones y
economía de su pueblo, razón por la que inmediatamente ganó un gran
apoyo entre las masas. Una de sus mayores preocupaciones fue darle a
Prusia un ejército invencible, por lo que dotó a las fuerzas armadas de
su país con armamento moderno y las hizo crecer en número; siendo uno de
sus deseos que su hijo fuera un gran general lo hacía despertar al
ruido de cañones y a la edad de 6 años le armó un ejército de niños a
los que comandar. Sin embargo, Friedrich tenía una obsesión: los
soldados altos, quizás a causa de que él mismo era casi un enano. Con
este fin Friedrich envió a sus agentes a buscar “gigantes” por toda
Europa, con órdenes de secuestrarlos si éstos se negaban a enrolarse
voluntariamente. Incluso realizó uno de los primeros programas
eugenistas de la historia, pagándole fuertes sumas de dinero a mujeres
altas para que tengan hijos con hombres excesivamente altos; más
llamativamente aun contrató varios médicos para investigar la manera de
“estirar” artificialmente a sus soldados. Así rápidamente armó un
ejército especial denominado
“Los gigantes de Potsdam”.
Irónicamente levantar este ejército le costó tanto esfuerzo que a la
hora de la guerra se negaba a mandarlos al frente de batalla temiendo
sufrir muchas pérdidas. Adoraba tanto a éstos soldados que incluso
pintaba retratos de cada uno, conocía sus nombres de memoria y cuando
estaba deprimido los hacía marchar por su jardín para alegrarlo. En una
oportunidad su soldado más alto, de unos 2,25mts, muere a pesar de haber
sido atendido por los médicos reales tras una fuerte fiebre. Friedrich,
completamente desolado rompió en lagrimas y ordenó un luto nacional de
una semana. Procuró gran atención en la confección de sus uniformes,
llegando a vestirlos como ridículos en el proceso ya que adornaba sus ya
exagerados cascos con largas plumas erectas. Su obsesión llegó a tal
punto que a pesar de ser los soldados mejor pagos de su tiempo muchos se
suicidaban o terminaban desertando con tal de no soportar la vida en el
palacio.
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