Durante la batalla del Mar de las Filipinas la tripulación de un buque estadounidense observa un combate aéreo:
Para los japoneses lo peor no fue la pérdida de los portaaviones ni de sus aparatos, sino la muerte de las tripulaciones. No habría nuevos pilotos para suplir las pérdidas con una mínima preparación antes de la primavera del año siguiente. A la superioridad numérica y técnica aliada se le unía ahora la ausencia casi total de tripulaciones experimentadas. Las posibilidades de victoria en un enfrentamiento convencional con la aviación norteamericana eran prácticamente nulas. Tras el desastre de las Marianas, en la Marina Imperial empezaron a tomarse en consideración las solicitudes de creación de fuerzas de ataque “especiales”. En la presentación de un informe sobre la batalla del Mar de Filipinas ante el Estado Mayor Imperial, el capitán de navío Eichiro Jo, comandante del portaaviones Chiyoda, propuso la creación y el mando de una unidad especial de “abordaje directo”, formada por pilotos inexpertos, que estrellarían sus aviones cargados de bombas contra los portaaviones enemigos. También el contraalmirante Sueo Obayashi, comandante de la 3ª División de portaaviones, se ofreció para crear y entrenar una unidad similar, pidiendo al almirante Ozawa que trasladase su propuesta al Estado Mayor Imperial. Ni el Estado Mayor ni el almirante Toyoda, comandante de la Flota Combinada, aprobaron esas propuestas, que sin embargo fueron tomadas en consideración por el vicealmirante Takijiro Onishi, por entonces jefe del departamento de aviación del Ministerio de Municionamiento.
Los pilotos eran conscientes de su situación. Participar en un ataque convencional contra la flota estadounidense, enfrentándose a su cobertura de cazas y a sus defensas antiaéreas, casi suponía una muerte segura. Muchos se convencieron de que si iban a morir al menos tenían que conseguir que no fuese una muerte inútil y que su sacrificio tuviese algún resultado. A mediados de octubre, cuando la flota estadounidense se presentó ante las Filipinas, una buena parte de los aviadores japoneses habían asumido que el ataque suicida no sólo era una táctica válida, sino la única con la que se podía hacer daño al enemigo. Como veremos a continuación, entre el 15 y el 25 de octubre, día de la primera misión oficial kamikaze, hubo varios ataques suicidas, iniciativas individuales de aviadores no pertenecientes a las escuadrillas del Cuerpo Especial de Ataque, que decidieron estrellar sus aviones contra los buques enemigos sin necesidad de que nadie se lo ordenase ni se lo sugiriese. Desde el día de su creación las escuadrillas Shimpu nunca tuvieron problemas para encontrar voluntarios.
A comienzos de octubre los portaaviones de la Task Force 38 del almirante Halsey comenzaron una serie de ataques a las bases aéreas de las Filipinas, Okinawa y Formosa. El 12 de octubre comenzaron a atacar los aeródromos japoneses de Formosa. En tres días de ataques continuos, las fuerzas aéreas japonesas en Formosa fueron reducidas a la mitad, evitando así que pudiesen ayudar en la defensa de las Filipinas. El día 14 ocurrió un hecho que pasó desapercibido: un torpedero Nakajima B6N Tenzan se precipitó contra el crucero ligero Reno. El avión se empotró en el puente de popa, causando daños leves. Pudo parecer una reacción irracional de un piloto desequilibrado, pero en realidad fue el primer aviso de lo que ocurriría en los días siguientes. Los aviadores japoneses empezaban a aceptar su propio sacrificio voluntario como la mejor forma de hacer frente a la aplastante superioridad enemiga.
La mañana del 15 de octubre los vuelos de reconocimiento japoneses avistaron una gran escuadra norteamericana frente a la isla de Luzón. En una decisión sin precedentes, los aviones de la 1ª Flota Aérea de la Marina y de la 4ª Arma Aérea del Ejército se unieron en una única misión para lanzar un ataque con todas sus fuerzas disponibles contra la escuadra norteamericana. El contraalmirante Masabumi Arima, comandante de la 26ª flotilla de la 1ª Flota Aérea, logró reunir en el aeródromo de Nichols 13 bombarderos en picado Yokosuka D4Y Suisei, 16 cazas Mitsubishi A6M Zero y unos 70 aviones del Ejército de diversos tipos, para lanzar un ataque en dos oleadas. Tras salir la primera oleada de ataque, el contraalmirante Arima sorprendió a todos anunciando que tomaría personalmente el mando de la segunda. Arima había arrancado las insignias de su uniforme de vuelo, dejando ver así cuál era su intención al participar en aquella misión. El enemigo no podía saber que los japoneses se sentían tan desesperados como para que un almirante decidiese sacrificarse en un ataque suicida. Cuando localizaron a los buques norteamericanos del Task Group 38/4 y comenzó el combate aéreo entre los cazas, el contraalmirante escogió el blanco más importante, el portaaviones USS Franklin, y enfiló directamente hacia él su Suisei. No logró impactar contra el buque, pero al estrellarse junto a él se extendió combustible en llamas por su cubierta de vuelo dando la impresión de que el portaaviones había sido alcanzado. Así lo vieron los pilotos japoneses, que informaron de que el buque enemigo se había incendiado. El sacrificio de un oficial de tan alto rango, unido al aparente éxito de su ataque, fue el ejemplo que los japoneses necesitaban, si es que todavía necesitaban alguno, para aceptar el ataque suicida como una táctica válida de combate.
Contraalmirante Masabumi Arima:
El 17 de octubre llegó a Nichols el vicealmirante Takijiro Onishi, que había sido nombrado comandante de la 1ª Flota Aérea en sustitución del vicealmirante Kimpei Tareoka. La tarde del día 19 convocó a una reunión al Estado Mayor de la 1ª Flota Aérea en el cuartel general del grupo aéreo 201, en el aeródromo de Mabalacat, en la isla de Luzón. Además de Onishi y su ayudante personal, el teniente de navío Moji, a la reunión asistieron: el jefe del Estado Mayor capitán de navío Rikihei Inoguchi, el capitán de fragata Asaichi Tamai, comandante del grupo aéreo 201 y de la base de Mabalacat, el capitán de corbeta Yosioka, del Estado Mayor de la 26ª flotilla aérea, y los jefes de escuadrilla, tenientes de navío Masanobu, Ibusuki y Yokoyama. Onishi expuso la desesperada situación en la que se encontraban: El día anterior se había puesto en marcha la operación Sho Go, el definitivo intento de forzar a la flota estadounidense a librar la batalla decisiva. La poderosa flota del vicealmirante Kurita estaba en camino, pero tardaría varios días en llegar a aguas filipinas. La misión de la Primera Flota Aérea era hacer frente a la invasión de la isla de Leyte, fijar allí a la flota estadounidense y mantener la presión hasta que la escuadra de Kurita llegase y obligase al enemigo a librar la gran batalla que decidiría la guerra. Para tan difícil cometido la 1ª Flota Aérea contaba en esos momentos con apenas 50 aviones en condiciones de combatir. Las tácticas convencionales serían inútiles, y la única manera de conseguir resultados y lograr hacer daño a la flota estadounidense era recurrir a los ataques suicidas. Siguió una discusión que duró casi hasta la medianoche, cuando todos acabaron por aceptar la propuesta de Onishi. El capitán Tamai solicitó ser el encargado de organizar el nuevo grupo especial de ataque. Entonces se hizo llamar al teniente de navío Yukio Seki, al que Onishi nombró comandante de la primera escuadrilla de voluntarios. Inoguchi propuso un nombre para la nueva unidad: Cuerpo Especial de Ataque Viento Divino, en japonés Shimpu Tokubetsu Kogeki Tai (o abreviadamente Tokkotai), en recuerdo del tifón que en 1281 destruyó la gigantesca armada que el emperador mongol Kublai Khan envió a invadir Japón (Shimpu es una palabra formada por los mismos ideogramas que la palabra Kamikaze, el nombre del tifón). La tarde del día siguiente se constituyeron las cuatro primeras escuadrillas Shimpu con los primeros 24 voluntarios. Tres escuadrillas se quedaron en Mabalacat, en Luzón, bautizadas como Shikishima, Asahi y Yamazakura. La cuarta, llamada Yamato, se trasladó a la isla de Cebú.
Vicealmirante Takijiro Onishi:
Teniente de navío Yukio Seki:
Al amanecer del 21 de octubre, un grupo de aviones de la 4ª Arma Aérea del Ejército atacó a la flota que protegía la cabeza de playa de Leyte. Uno de ellos (hay distintas versiones sobre el tipo de avión, se dijo que había sido un Val, pero siendo un aparato del Ejército seguramente se trataba de un Mitsubishi Ki-51) eligió como objetivos los cruceros pesados australianos Shropshire y Australia. Cuando el avión fue alcanzado por la defensa antiaérea del Shropshire, el piloto se precipitó contra el Australia. Se estrelló a pocos metros del buque, pero el puente de mando quedó envuelto en llamas al quedar rociado por combustible ardiendo. Los daños materiales en el buque no fueron muy graves, pero hubo 21 muertos y 54 heridos (entre los muertos se encontraba el comandante del crucero, el capitán Emile Frank Verlaime Dechaineux).
Daños en el puente del HMAS Australia tras el incendio provocado por el ataque suicida del 21 de octubre:
Ese día despegó de Mabalacat la escuadrilla Shikishima al mando del teniente Seki, en la que habría sido primera misión oficial kamikaze. Sin embargo, a causa de la mala visibilidad, los aviones regresaron sin haber podido localizar ningún blanco. El fracaso se repetiría los tres días siguientes. En Cebú el mal tiempo también estaba retrasando la primera acción kamikaze. La escuadrilla Yamato dejaba pasar las horas esperando a que mejorasen las condiciones meteorológicas para despegar en su primera misión, cuando hacia las cuatro de la tarde la base fue atacada por una treintena de aviones norteamericanos. Fue un ataque rápido y devastador en el que fueron destruidos varios de los aparatos que esperaban en la pista listos para despegar. Pero también fue una oportunidad para que el Cuerpo Especial empezase su historia con éxito, si lograban despegar rápidamente y seguir a los aviones enemigos en su vuelo de regreso a sus portaaviones. Tan sólo tres Zeros pudieron despegar, y no lo suficientemente rápido como para mantener contacto con los aparatos enemigos. Al anochecer volvieron dos de ellos sin haber podido localizar ningún blanco. El tercero, pilotado por el subteniente Yoshiyasu Kuno, nunca regresó. Los japoneses no pudieron saber si el primer avión perdido en una misión kamikaze había logrado algún resultado positivo atacando algún buque enemigo o simplemente se había estrellado en el mar o en la selva.
El día 23 llegó a Luzón la 2ª Flota Aérea de la Marina, al mando del vicealmirante Shigueri Fukudome, con 350 aviones, para reforzar a la casi aniquilada 1ª Flota Aérea. Fukudome rechazó tajantemente la propuesta de Onishi de organizar unidades de ataque suicida: él no estaba dispuesto a participar en esa locura, y sus aviones combatirían de forma convencional. Pero el día siguiente la 2ª Flota Aérea sufrió enormes pérdidas en un ataque masivo contra la flota estadounidense. 60 bombarderos y torpederos y su escolta de 130 cazas fueron diezmados por los Hellcats cuando trataban de alcanzar a la Task Force 38.3. Sin embargo, un solitario bombardero en picado Suisei logró atravesar la línea de cazas enemigos, y con una única bomba de 225 kilos provocó un incendio en el portaaviones ligero USS Princeton, que horas más tarde sería abandonado y rematado por un submarino estadounidense. Además el crucero Birminham resultó dañado gravemente por una explosión cuando trataba de auxiliar al Princeton. Fue el único triunfo que tuvo la 2ª Flota Aérea ese día, a cambio de unas pérdidas pavorosas. La carnicería que sufrieron sus pilotos y el éxito de la escuadrilla Shikishima el día siguiente, del que hablaremos más adelante, hicieron cambiar de opinión a Fukudome, que aceptó crear nuevas escuadrillas suicidas sólo tres días después de haber rechazado la idea ante Onishi.
Desde el USS Birmingham se trata de controlar el fuego del USS Princeton tras el ataque de la 2ª Flota Aérea de Fukudome el 24 de octubre; el Princeton finalmente se hundió, siendo el último buque hundido por la aviación japonesa en un ataque convencional:
La mañana del 24 de octubre, 80 aviones de la 4ª Arma Aérea atacaron nuevamente a la flota norteamericana en el golfo de Leyte. Un Ki-51, alcanzado por el fuego antiaéreo, se precipitó envuelto en llamas contra el mercante Augustus Thomas y el remolcador Sonoma, que se encontraba arbolado a él. El avión impactó en el costado de babor del remolcador, que comenzó a hacer agua rápidamente. Fracasaron los intentos de embarrancarlo, y el Sonoma se hundió unas horas después, convirtiéndose en el primer buque estadounidense hundido por un ataque suicida japonés. Pero al igual que en los ataques al USS Franklin y al HMAS Australia no se trataba todavía de una misión oficial Kamikaze.
Tampoco lo fue el siguiente ataque suicida: a las 7h40’ del 25 de octubre una formación de seis Zeros atacó a los portaaviones de escolta del grupo 1º de la Task Force 77/4 al este de la isla de Surigao. Se trataba de la escuadrilla Kikushi, de la base aérea de Davao. El jefe de la escuadrilla logró atravesar la barrera de fuego antiaéreo y precipitó su avión contra el portaaviones Santee. El caza atravesó la cubierta de vuelo y se estrelló en el hangar, provocando varios incendios y causando 16 muertos y 27 heridos (un cuarto de hora después el Santee recibió el impacto de un torpedo disparado por el submarino I-56, que causó la inundación de varios compartimentos y una escora a estribor de 6º; sin embargo los daños se solucionaron rápidamente, completándose las reparaciones de emergencia a las 9h35’).
Impacto del caza japonés en la cubierta del USS Santee:
A continuación los aviones restantes picaron contra los otros portaaviones enemigos. Uno fue derribado por los antiaéreos del Suwanee a menos de 50 metros del Sangamon. Otros tres se dirigieron contra el Suwanee y el Petrof Bay y fueron derribados por sus defensas antiaéreas. El quinto caza subió hasta 2.000 metros para lanzarse en picado contra el Suwanee. Se estrelló a poca distancia del ascensor de popa, abriendo un boquete en la cubierta de vuelo y estalló en el hangar, causando 31 muertos y 82 heridos. Dos horas después el hangar y la cubierta de vuelo del Suwanee estaban en condiciones de seguir operando. Suele ser considerado el primer ataque Kamikaze, pero lo cierto es que no se trataba de una de las escuadrillas del cuerpo recién creado por Onishi. Los pilotos, voluntariamente y por iniciativa propia, quizás siguiendo el ejemplo del primero que picó contra el Santee, decidieron estrellarse contra los portaaviones enemigos, sin seguir ningún plan prefijado. De hecho, los japoneses no tuvieron conocimiento de este ataque hasta el final de la guerra.
Fotografía de la cubierta del USS Suwanee tras el ataque:
Restos del caza japonés recogidos en el USS Suwanee:
Reparando los daños en la cubierta del Suwanee:
A las 7h25’ de la mañana del 25 de octubre despegaron de Mabalacat los cinco cazas Zero de la escuadrilla Shikishima al mando del subteniente Seki, portando cada uno una bomba de 250 kilogramos. Les acompañaban otros cuatro Zero de escolta, mandados por el subteniente Hiroyoshi Nishizawa, un veterano piloto de caza. Era el quinto intento tras cuatro días de mal tiempo en los que no habían tenido oportunidad de atacar a la flota estadounidense.
Ceremonia anterior al primer ataque Kamikaze. El teniente Seki recibe una taza con agua. El vicealmirante Onishi se encuentra en el centro, de espaldas:
Escuadrilla Shikishima despegando:
A las 10h10’ localizaron unidades enemigas a 50 kilómetros al NE de la isla de Suluan. Se trataba de una agrupación de portaaviones de escolta y destructores de la 7ª Flota con nombre en clave Taffy 3, con los portaaviones White Plains, Kitkun Bay, Fanshaw Bay y Saint Lô. Los pilotos kamikaze se aproximaron a ras del agua para no ser detectados por el radar, ganaron altura y picaron contra los portaaviones. El primero en atacar escogió como blanco el Kitkun Bay. El avión golpeó al portaaviones detrás de la isla, a estribor, rebotó en la cubierta y cayó al mar, pero la bomba que transportaba estalló en la cubierta, causando un muerto y 16 heridos. Dos aviones se lanzaron contra el Fanshaw Bay, pero fueron derribados por la artillería antiaérea sin llegar a impactar en él. Otros dos se dirigieron contra el White Plains. El buque evitó un impacto directo con un rápido viraje a estribor. Uno de los aviones, acribillado por las defensas antiaéreas, se estrelló al costado del buque causando daños poco importantes y nueve heridos. El otro, también alcanzado por los antiaéreos, cambió de objetivo en el último momento y se lanzó en llamas contra el Saint Lô, atravesó la cubierta de vuelo y estalló en el hangar. Hubo una gran explosión, a la que siguieron otras seis más cuando el fuego alcanzó los torpedos y las bombas almacenados en el hangar. Media hora después, ya con la quilla del buque al aire, se produjo una última gran explosión que lo partió en dos. El Saint Lô se hundió, contabilizándose 113 muertos o desaparecidos, a los que se añadirían 30 muertos más a consecuencias de las heridas sufridas.
Un Zero a punto de impactar contra el USS White Plains:
Gigantesca explosión en el USS Saint Lô:
El USS Saint Lô ardiendo, poco antes de hundirse:
El 27 de octubre el Cuartel General Imperial difundió el siguiente comunicado: “La unidad Shikishima del Cuerpo Especial de Ataque Shimpu, a las 10h45’ de la mañana del 25 de octubre de 1944, obtuvo éxito en un ataque por sorpresa contra una agrupación de fuerzas enemigas, incluyendo cuatro portaaviones, a treinta millas náuticas al nordeste de Suluan, en las islas Filipinas. Dos aviones de Ataque Especial se estrellaron juntos contra un portaaviones enemigo, causando grandes incendios y explosiones, resultando probablemente hundido el navío. Un tercer avión se estrelló contra otro portaaviones, provocando tremendos incendios. Un cuarto avión se precipitó sobre un crucero, dando origen a una formidable explosión, que posteriormente causó el hundimiento del barco”. Así, como un espectacular éxito, fue como se dio a conocer el Cuerpo Especial de Ataque Shimpu al pueblo japonés. La información que se hizo pública se basaba en los informes de los tres pilotos de los cazas de escolta supervivientes de la misión, exageradamente optimistas. Según ellos, tan sólo uno de los aviones de la escuadrilla no había logrado estrellarse en ningún blanco, y los otros cuatro habían impactado en tres buques enemigos y habían logrado hundir uno o dos de ellos. Realmente, aunque los resultados habían sido exagerados la misión de la escuadrilla Shikishima no dejaba de ser un éxito. En un ataque llevado a cabo por cinco aviones, tres de los cuatro portaaviones de la Taffy 3 habían sido alcanzados, dos de ellos con escasos daños, pero el tercero se había hundido (en esto los japoneses habían rebajado el éxito de la misión, al confundir el St Lô con un crucero). A la vista de los resultados, los que en la Marina Imperial se seguían manifestando en contra de la utilización de escuadrillas suicidas difícilmente podían seguir manteniendo su oposición.
El día siguiente al ataque de la escuadrilla Shikishima, el 26 de octubre, se producía un nuevo ataque kamikaze en el estrecho de Surigao a cargo de la escuadrilla Yamato de Cebú, resultando alcanzado el portaaviones de escolta USS Suwanee, el mismo que ya había sido dañado el día anterior por el ataque suicida de la escuadrilla Kikushi. El caza del jefe de la escuadrilla se estrelló contra los aviones que se encontraban en la cubierta de vuelo del Suwanee, provocando un gran incendio que tardó varias horas en controlarse, causando graves daños al buque y 143 muertos o desaparecidos entre su tripulación.
El caza pilotado por Tomisaku Katsumata a punto de estrellarse sobre el USS Suwanee, en el mismo momento en el que un avión estadounidense iba a aterrizar en el portaaviones:
Momento en el que el kamikaze impacta sobre un avión que se encontraba sobre la cubierta del portaaviones, explotando ambos:
El fuego se extiende a otros aviones y se produce un gran incendio sobre la cubierta de Suwanee:
El vicealmirante Fukudome, reconociendo el éxito de las tácticas del Cuerpo Especial de Ataque, aceptó fusionar la 1ª y 2ª Flotas Aéreas y crear nuevas escuadrillas Shimpu. El 27 quedaron constituidas cuatro nuevas escuadrillas: Junchu, Seichu, Chuyu y Giretu.
Las acciones del Shimpu continuaron en las Filipinas hasta el mes de enero de 1945. En total 425 aviones kamikaze y un centenar más del Ejército (Tokubettsu) hundieron 27 buques y dañaron otros 174. Más tarde se formaron nuevas escuadrillas también en Formosa, pero fue en Okinawa entre los meses de abril y junio donde los kamikazes actuaron en mayor número, con los grandes ataques Kukusui, en los que intervenían cientos de aparatos en ataques masivos desde varias direcciones diferentes. Aunque sus resultados fueron significativos, todo el daño que podían hacer los pilotos con su sacrificio no reducía en nada la formidable desproporción de fuerzas que existía a favor de los estadounidenses. Finalmente el Viento Divino llegó demasiado tarde para cambiar el curso de la guerra.
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