domingo, 30 de diciembre de 2012

HISTORIA DEL VIBRADOR...


 
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En la antigua Grecia, cuando una mujer sufría de histeria, se decía que padecía de "útero ardiente", luego en la Edad Media se la denominó como "sofocación de la matriz" y se suponía que su causante era la abstinencia sexual, ya que ésta provocaba la retención del “esperma femenino”, responsable del padecimiento. De hecho existió una época en la que se recomendó que la comadrona se impregnara un dedo en aceite de lirio o de nardo, que lo introdujera en la vulva de la mujer histérica y lo agitara fuertemente. Más formalmente, se aconsejaron las relaciones sexuales, por lo que muchas veces la maternidad acabó transformándose finalmente en el tratamiento salvador de las mujeres histéricas.

En la Inglaterra victoriana del siglo XIX, los médicos solían combatir la histeria femenina acariciando manualmente el clítoris de las pacientes hasta que pudieran alcanzar el orgasmo, que en esa época era conocido como paroxismo histérico, puesto que consideraban que el deseo sexual femenino reprimido era una enfermedad.
 
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Ya cansado y adolorido de utilizar su mano, el doctor Joseph Mortimer Grandville desarrolló el primer vibrador eléctrico en la década de 1880. El objetivo era utilizarlo en su consultorio como una herramienta terapéutica contra la histeria, que en aquellos años asolaba a las mujeres como una especie de epidemia. El único problema era su tamaño industrial. La paciente se tumbaba en un diván y el doctor le aplicaba el vibrador electromecánico en la entrepierna, consiguiendo un orgasmo en unos 10 minutos, más o menos.
 
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Lo más curioso es que en aquella época se consideraba impropio que una mujer entrara sola al consultorio de un médico, por lo que generalmente las madres y en algunos casos los maridos de las pacientes, se sentaban tranquilamente a un lado de la camilla mientras el médico masturbaba a su hija o esposa.
 
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Como naturalmente resultaba un tanto engorroso acudir al médico para ver como a la paciente le aliviaban la histeria, el potencial mercado para los vibradores de mano era enorme, y esto fue aprovechado enseguida por la empresa Hamilton Beach que los patentó en 1902. Para esa época, el vibrador personal fue el tercer aparato eléctrico disponible en los hogares, solamente precedido por la nevera y el ventilador, pero mucho más antiguo que la plancha eléctrica, la licuadora y la aspiradora. Las mujeres podían comprar sus aparatos por correo ya que se anunciaban normalmente en revistas de decoración y bordado. Por ejemplo, un anuncio de 1910 decía:

"La cura al envejecimiento ha sido descubierta en las vibraciones. Los más grandes científicos dicen que le debemos no sólo nuestra salud sino también la misma vitalidad a esa fuerza maravillosa. La vibración promueve la vida y el vigor, la fuerza y la belleza. Si su cuerpo vibra, usted se sentirá bien y no enfermara jamás."


Su comercialización llegó a tal extremo que algunos modelos incluían un recambio adaptable que convertía al vibrador en una batidora.
 
 
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Para la década de 1920, en los hogares norteamericanos había más vibradores que tostadoras; y aunque desaparecieron de las consultas de los médicos, seguían considerándose aparatos clínicos para proporcionar relax a las "histéricas" más inquietas.

La buena imagen y reputación de los vibradores cambió completamente a mediados del siglo XX por dos razones. Primero porque en 1952, la Asociación Americana de Psiquiatría 
declaró oficialmente que la histeria femenina no era una enfermedad legítima, sino un mito anticuado, y el segundo motivo fue que la popularidad del cine hizo que las películas pornográficas tuvieran más difusión, y varias de ellas mostraban actrices utilizando el vibrador como juguete sexual y la gente los empezó a ver como objetos de perversión.  Esto originó que los vibradores desaparecieran de las revistas femeninas, catálogos y estantes de tiendas populares como Sears, donde se habían vendido durante casi medio siglo.
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A mediados de la década de 1970, en plena explosión del feminismo, la sexóloga americana Betty Dodson empezó a utilizar vibradores en sus talleres de salud sexual femenina y poco después los aparatos fueron reapareciendo en los estantes de farmacias especializadas, y no únicamente en los sex shops. También recibieron otro gran impulso en 1986, cuando el Dr. Everett Koop lo incluyó en una lista de prácticas de sexo seguro dentro de un folleto de prevención del SIDA que se envió a los 107 millones de hogares estadounidenses, siendo este el mayor correo enviado en la historia de ese país.

Estos aparatitos han ido evolucionando a la par de la tecnología y hoy es posible encontrarlos hasta como un accesorioa para el Ipod, el cual vibra al compás de los sugerentes ritmos musicale

jueves, 13 de diciembre de 2012

Alfred Nobel Y La Creación De Los Premios

Los Nobel son conocidos en la historia de las ciencias como una familia sueca de notables químicos e inventores. Olof Nobel desde principios del siglo XVIII se destacó como tal, además de haber sido un influyente profesor en la Universidad de Upsala. Su nieto, Inmanuel Nobel, fue tan famoso como su abuelo y su genio creador en el campo de la química, principalmente en la rama de los explosivos, fue heredado con creces por sus descendientes.
Figura
Fig. 2. Medalla del Premio Nobel de Fisiología o Medicina.
Del matrimonio de Inmanuel con Andrietta Ahlsell nacieron cuatro hijos varones: Robert y Ludwig, destacados colaboradores de su padre; Alfred, que inmortalizó el apellido con sus grandes aportes en el campo de la química de los explosivos y Emil, que murió siendo estudiante universitario, víctima de una explosión en el laboratorio familiar como consecuencia de las experiencias que realizaba.
El tercero de los hermanos, Alfred Bernhard Nobel, nació en Estocolmo capital de Suecia, el 21 de octubre de 1833. Aunque recibió su educación en Rusia y estudió ingeniería en los Estados Unidos de América junto al famoso ingeniero John Ericson, su profunda formación científica en todo lo referente a explosivos la alcanzó con su trabajo junto al padre. Joven aún, Inmanuel Nobel, con toda la familia emigró a San Petersburgo, Rusia, donde fundó primero un establecimiento destinado a la fabricación de torpedos y después, sucesivamente, un astillero, una fundición de hierro y fábricas de armas, en los que laboraron intensamente, junto al progenitor, los tres hijos mayores.
Alfred, que unía a su genio creador en la química, una especial habilidad para los grandes negocios, cuando aún no había cumplido las tres décadas de vida, fundó por su propia cuenta, en 1862, una fábrica de nitroglicerina en Estocolmo y tres años después otras dos, en Winterviken y Kummel del Elba, llegando a ser esta última una de las más importantes de Europa.
Se dedicó desde entonces a realizar, paciente y temerariamente, estudios sobre la nitroglicerina con el propósito de atenuar su sensibilidad que hacía imposible su uso en forma pura. La nitroglicerina que es el más importante de los éteres nítricos de la glicerina, también denominado trinitrina, había sido descubierta en 1846 por el químico y médico italiano Ascanio Sobrero, quien la llamó piroglicerina y advirtió la extrema peligrosidad de su uso comercial. En 1854 Williamson estableció su composición química, lo que facilitó que años más tarde, con un completo dominio de su estructura, Nobel pudiera ensayar con diversas sustancias para conocer, cuales podían atenuar su gran sensibilidad.
Después de un arduo proceso de experimentación, en el que estuvo a punto de no continuar los estudios emprendidos debido a una violenta explosión en 1864 que destruyó sus laboratorios y corrió gran peligro su vida, notó que la tierra de infusorios o trípoli ofrecía la propiedad de ser muy absorbente respecto de la nitroglicerina, pues retenía en sus poros hasta el 82 por ciento de dicha sustancia lo que daba paso a una nueva mezcla, que continuaba siendo un gran explosivo, pero que hacía menos peligroso su manejo. Corría el año 1867 y Nobel acababa de descubrir la dinamita, con lo que hacía posible el uso industrial de la nitroglicerina y se convertía en el genuino creador de la moderna pirotecnia.
Muy pronto hizo multiplicar los establecimientos dedicados a esta industria, de proyecciones incalculables, e introdujo la dinamita en toda Europa y en los Estados Unidos. En 1873 fijó su laboratorio en Saint-Sevrán, cerca de París y fue entonces que creó la gelatina explosiva, llamada también gelatina de Nobel, consistente en una mezcla de nitroglicerina y nitrocelulosa.
Todos estos logros no agotaron su genio. En 1880 obtuvo la patente de un freno automático y de una caldera antiexplosiva, más tarde perfeccionó la concentración de ácido sulfúrico y de aparatos vaporizadores y congeladores. Junto a esa labor, encaminó sus esfuerzos en hallar medios modernos que permitieran la refinación del hierro de fundición. De extraordinaria importancia fue su método para la destilación contínua del petróleo, aportado en 1884, con el que estableció los fundamentos de la industria petrolera rusa, cuya ventajosa explotación constituyó una de las bases de su inmensa fortuna personal.
Su último gran aporte lo sería la llamada pólvora sin humo o balistita, de la que recibió patente de invención en 1888, precursora de la cordita, materia explosiva lograda por los químicos ingleses Frederick Abel y Jacob Dewar. En todos estos trabajos fueron constantes colaboradores sus hermanos Robert y Ludwig.
En 1891 trasladó su laboratorio a San Remo, en la Riviera italiana, cerca de los Alpes. En 1894 compró la fundición de Bofors por dos millones y medio de coronas suecas con lo que completó su legendario capital y ensanchó la vieja mansión familiar en Estocolmo, donde pasaba los veranos. Durante los inviernos permanecía en su refugio de San Remo, cerca de donde vivía Bertha Kinsky, baronesa de von Suttner, renombrada escritora austríaca, único amor conocido en su productiva vida de sabio solitario. Allí sorprendió la muerte el 10 de diciembre de 1896 al hombre, que según frase feliz del ensayista Austin Tower, escribió su historia mojando, valientemente, su pluma en nitroglicerina.1
Los últimos años de su vida los pasó Alfred Nobel atormentado por la idea de que su obra científica había contribuido a que las guerras fueran cada vez más destructoras y sangrientas, por ello, un año antes de su fallecimiento, el 27 de noviembre de 1895, otorgó testamento en el que creaba la llamada Fundación Nobel (Nobelstiftelsen) en los siguientes términos:
"Se dispondrá como sigue de todo el remanente de la fortuna realizable que deje al morir: el capital, realizado en valores seguros por mis testamentarios, constituirá un fondo cuyo interés se distribuirá anualmente como recompensa a los que, durante el año anterior, hubieran prestado a la humanidad los mayores servicios. El total se dividirá en cinco partes iguales, que se concederán: una a quien, en el ramo de las Ciencias Físicas, haya hecho el descubrimiento o invento mas importante; otra a quien lo haya hecho en Química o introducido en ella el mejor perfeccionamiento; la tercera al autor del más importante descubrimiento en Fisiología o Medicina; la cuarta al que haya producido la obra literaria más notable en el sentido del idealismo; por último, la quinta parte a quien haya laborado más y mejor en la obra de la fraternidad de los pueblos, a favor de la supresión o reducción de los ejércitos permanentes, y en pro de la formación y propagación de Congresos de la Paz. Los premios serán otorgados: los de Física y Química por la Academia Sueca de Ciencias; el de Fisiología o Medicina por el Instituto Carolino de Estocolmo; el de Literatura, por la Academia de Estocolmo; el de la obra de la Paz, por una comisión de cinco individuos que elegirá el Storthing noruego*. Es mi voluntad expresa que en la concesión de los premios no se tenga en cuenta la nacionalidad, de manera que los obtengan los más dignos, sean o no escandinavos."2 Veinte días después de su muerte, el 30 de diciembre de 1896, el documento era abierto con todas las formalidades de la ley y algo más de treinta millones de coronas suecas fueron destinadas a la creación de la Fundación y los réditos de ese capital habrían de ser entregados anualmente, a partir de 1901 en forma de los cinco premios dispuestos, a los que se agregaría muchos años después, en 1969, un sexto destinado a la mejor obra de investigación en el campo de la Economía, creado por el Banco Nacional de Suecia, que es quien lo paga y otorgado por la Academia Sueca de Ciencias. Las instituciones encargadas de adjudicarlos nombraron desde su creación comités compuestos de tres a cinco de sus miembros, llamados Comités de los Premios Nobel, para dictaminar acerca de las concesiones. El importe de los mismos ha sido muy variable en el tiempo de acuerdo con los réditos anuales de la Fundación. Los premios pueden ser compartidos hasta por tres personas o quedar vacantes y en el de la Paz, pueden ser galardonadas instituciones, como lo han sido, entre otras: el Instituto de Derecho Internacional de la Universidad de Gante; el Comité de la Cruz Roja (Ginebra) y la Oficina Internacional Nansen para refugiados (Ginebra).
Las candidaturas a los premios deben ser presentadas por escrito, con la hoja de sus servicios por personalidades capacitadas para ello a juicio de la Fundación, "sin que se tomen en cuenta recomendaciones personales".
Para hacer las propuestas están autorizados, en la actualidad en Física y Química:
"Los miembros suecos y extranjeros de la Real Academia de Ciencias de Estocolmo (Kungl-Vetenskapsakademien), los miembros de los Comités Nobel para los premios de Física y Química; los hombres de ciencias que hayan obtenido el premio Nobel de la Academia de Ciencias; los catedráticos de física y química de las Universidades de Upsala, Lund, Oslo, Copenhague y Helsingfors (Helsinki), del Instituto Carolino y de la Real Universidad Técnica de Estocolmo; los catedráticos libres de estas ciencias que ejerzan permanentemente sus actividades en la Universidad de Estocolmo, catedráticos y catedráticos libres corres-ponsales de seis Universidades y Academias como mínimo, designados por la Academia de Ciencias con objeto de compartir convenientemente la labor con otros países y sus cátedras, y finalmente los hombres de ciencia que, por sus condiciones especiales, sean invitados a ello por la Academia".3 En Fisiología o Medicina: "Los miembros del claustro de profesores del Real Instituto Médico-quirúrgico Carolino (Kugl-Karolinska Institutet) de Estocolmo; los miembros de la sección de medicina de la Real Academia Sueca de Ciencias; las personas que sean poseedoras del premio Nobel de Medicina; los miembros de las Facultades de Medicina de las Universidades de Upsala, Lund, Oslo, Copenhague y Helsingfors (Helsinki); los miembros de seis Facultades de Medicina, por lo menos, designados por el claustro de profesores con objeto de compartir convenientemente la tarea con otros países y sus cátedras, y aquellos hombres de ciencia que sean requeridos para ello por el Instituto Carolino".3 En Literatura: "Los miembros de la Academia Sueca y de las Academias análogas francesa y española; los miembros de las instituciones y sociedades literarias que tengan categoría de Academias, y los profesores universitarios de estética, literatura e historia".3 Y en la obra de la Paz: "Los miembros actuales y anteriores del Comité Nobel del Parlamento noruego; los asesores nombrados por el Instituto Nobel noruego; los miembros de los cuerpos legislativos nacionales y de los gobiernos de los diferentes países; los miembros de la Asociación Interparlamentaria; los del Tribunal Internacional de La Haya; los del Comité de la Oficina Internacional Permanente de la Paz; los miembros y socios del Instituto de Derecho Internacional de París; los catedráticos de Universidad que desempeñen cátedras de derecho, historia y filosofía y las personas que hayan obtenido el premio Nobel de la Paz.4 Los premios se entregan cada 10 de diciembre, conmemoración de la muerte de Nobel, en los locales de las instituciones que los otorgan. Las primeras ceremonias se realizaron el 10 de diciembre de 1901, año inicial del siglo XX y les fueron entregados, el de Ciencias Físicas a Wilhem K. Röntgen, de Alemania, por su descubrimiento de los rayos X, llamados también rayos de Röntgen; el de Ciencias Químicas a Jacobus H. vant Hoff, de Holanda, por sus grandes aportes a los fundamentos de la estereoquímica y la teoría de la presión osmótica; el de Fisiología o Medicina a Emil A. von Behring, de Alemania, por sus descubrimientos de los sueros antidiftérico y antitetánico, éste último en colaboración con el sabio japonés Shibasaburo Kitasato; el de Literatura a René F. A. Sully-Prudhomme, de Francia, poeta, ensayista y pensador por su obra total y el de la Paz a Jean Henri Dunant, de Suiza, por la fundación de la Cruz Roja Internacional y a Frédéric Passy, de Francia, por la fundación, con otros, de la Liga Internacional de la Paz y la Sociedad Francesa de Arbitraje entre Naciones. Cuatro años más tarde, el 10 de diciembre de 1905, en el Storthing o Parlamento noruego, en Oslo, el presidente del Comité del Premio Nobel de la Paz entregaba el galardón a Bertha Kinsky, baronesa de von Suttner, por su novela "¡Abajo las armas!"; sus importantes trabajos en favor de la paz entre los pueblos y la fundación de la Sociedad Alemana de la Paz, quizá la persona que mas influyó en el ánimo del sabio sueco para la instauración de dicho premio.

martes, 4 de diciembre de 2012

Lluvias Extrañas


Invocadas en películas y nombradas en registros tan antiguos como la Biblia, las lluvias de animales y objetos raros continúan sucediendo en nuestros días
Yoro, Honduras. Como cada año para la época de lluvias, entre mayo y junio, los habitantes del poblado de Yoro preparan sus baldes, palanganas y todo aquel recipiente capaz de contener lo que pronto el cielo va a traerles. Y no es lluvia. Al menos, no en el sentido convencional. Lo que la población de Yoro espera es la precipitación anual de peces, un fenómeno meteorológico tan extraño (acaso un regalo divino) que hasta el momento no encuentra explicación científica suficientemente acabada.
Las lluvias de peces y ranas en la historia no son fenómenos para nada aislados. Aunque no se tiene conocimiento de un caso tan repetitivo y cíclico como el de Yoro, las precipitaciones de animales acuáticos, anfibios y otras lluvias mucho más bizarras tuvieron lugar miles de veces en la historia de la humanidad.
Charles Fort (1874-1932), un investigador estadounidense que dedicó años al estudio de las lluvias extrañas, logró recopilar unas 60 mil fichas de periódicos, revistas y otras fuentes referidas, en su mayoría, al inusual fenómeno. A lo largo de su carrera, Fort llegó a registrar lluvias de cruces, monedas, serpientes, antiguos sellos chinos, sangre, ranas, insectos, algodón, aceites y sustancias líquidas de los más diversos tipos.
En la mayoría de los casos, los científicos optan por adjudicar los fenómenos a poderosas trombas de aire que chupan la fauna y todo tipo de objetos de un lugar para dejarlos caer más tarde sobre otro más o menos cercano. Tal como en el caso de la lluvia de pelotas de golf sucedido en Florida, Estados Unidos, en agosto de 1969, cuya explicación podría atribuirse a un movimiento de materia originado por el famoso huracán Camille, uno de los más destructivos en la historia de Norteamérica.
Sin embargo, en la mayoría de los casos, la teoría de los ciclones succionadores no logra explicar la caprichosa selectividad de objetos o animales que caen sobre una región particular. ¿Por qué escogería una corriente de aire, levantar a todos los sapos de una laguna sin llevar consigo el agua, barro, algas y otras especies del mismo ecosistema?
Mucho más extraña se antoja la explicación cuando las lluvias de peces o anfibios suceden donde ningún río, mar o espejo de agua se halla en la vecindad, o donde ningún huracán o tromba fue registrado en el momento o en días previos.

Otras explicaciones más aventuradas, como la de bromistas en aeroplanos, fallan desde el mismo comienzo: las lluvias de objetos raros, como la lluvia de cruces sucedida sobre un pueblo de Alemania en 1503, carecen de toda lógica al no tener el supuesto humorista o fanático religioso, instrumento tecnológico capaz de llevarlo a dispersar cosas desde el aire sin ser visto.
Pero al contrario de lo que piensan muchos escépticos a lo paranormal, estos raros meteoros no son leyendas pertenecientes a una civilización medieval e ignorante, producto del subdesarrollo de la ciencia. En la actualidad, las lluvias raras aún continúan sorprendiendo en cada lugar del mundo. Tal es el caso de la lluvia de pequeñas ranas, sobre Alicante, España, producida en 2007. O la caída de arañas en las afueras de la provincia de Salta, Argentina, registrada fotográficamente por un lector de La Gran Época, en el mismo año.
En 2008 también fueron registradas dos lluvias no convencionales: en Taperal de Beniganim, España, donde llovieron peces y pequeñas ranas; y en el pueblo de Chocó, Colombia, donde una lluvia de sangre (supuestamente confirmada por análisis de laboratorio), sorprendió a sus habitantes la mañana del 1 de agosto.
Para Angel  Rivera, meteorólogo y portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología de España, muchas de las lluvias extrañas pueden ser explicadas desde un punto de vista científico. Por ejemplo, en el caso de las lluvias de sangre, como la ocurrida en el municipio de Chocó, Rivera dice que “es habitual que haya polvo en la atmósfera, a veces rojizo, y ese polvo al caer se lave con la lluvia, y en algunos pueblos se hable de lluvia de sangre”.
Sin embargo, para los especialistas, una de las lluvias más difíciles de explicar, al contrario de lo que cabría esperar, no son peces, ranas o sangre: es la de grandes rocas de hielo, apodadas como “aerohielitos” o, simplemente, “frigolitos”.
Durante el año 2000, en seis oportunidades diferentes, España se vio bombardeada por un “granizo” gigantesco, consistente en piedras de varios kilogramos de peso. Para los meteorólogos españoles, tal caso (registrado también en el pasado por Charles Fort), simplemente carece de toda explicación racional.
“El tema de los bloques de hielo es un tema que nos cuesta mucho trabajo entender, porque no encontramos un mecanismo físico que sea capaz de explicar la formación de esos bloques”, confiesa Rivera durante una entrevista para el programa Cuarto Milenio. “Nosotros, desde luego, no hemos encontrado una explicación; hay que confesarlo así, claramente”.
Mantequilla, dinero, caracoles, aves muertas, carne, flores congeladas, cabello humano… la lista de objetos caídos del cielo parece interminable. En muchos casos, la gente suele atribuir tales fenómenos a experimentos realizados por naves alienígenas o a un cruce dimensional, donde las cosas repentinamente se materializan o desaparecen de los cielos. En algunos casos, el fenómeno ha recibido el nombre de “bromista cósmico”, haciendo referencia a un ser superior sin más que hacer que divertirse con nuestra reacción al ver llover rarezas.
Hasta el momento, las lluvias de objetos no hicieron más que generar dudas desde que el hombre comenzó a registrarlas en documentos como la Biblia o antiguos escritos egipcios. ¿Se trata de trombas marinas selectivas? ¿Fenómenos meteorológicos perfectamente explicables? ¿Mensajes de los dioses? Cualquiera sea el caso, la próxima vez que el cielo oscurezca, más le vale estar prevenido: puede que no solo venga un  aguacero.
Lluvias raras, raras…
En 1578, en Bergen, Noruega, llovieron grandes ratones amarillos.
En enero de 1877, en Memphis, EE. UU., la prestigiosa Scientific American registró una lluvia de serpientes de hasta medio metro de longitud.
En febrero de 1877, en Penchloch, Alemania, cayó una sustancia amarilla, espesa y olorosa que tenía copos en forma de flechas, granos de café y discos.
En diciembre de 1974, durante varios días llovieron huevos duros sobre una escuela primaria en Berkshire, Inglaterra.
En 1969 llovieron carne y sangre sobre una gran área de Brasil.
En 1989, sobre el pueblo de Las Pilas, en Cantabria, llovieron muñecos de madera decapitados o con la cabeza quemada.