Nació
en una respetada familia católica bávara. Amaba el arte
y la música, e hizo el juramento hipocrático de sanar
a los enfermos y de no entrar a una casa sino para sanar a sus pacientes.
Eso fue lo que juró. Lo que hizo: torturar, deshumanizar y masacrar.
El Doctor Mengele envió a cientos de miles de inocentes a la
muerte en los campos de concentración nazi, donde era conocido
como "El Ángel de la Muerte". ¿Qué
sistema social, jurídico y político pudo crear a un hombre
como Josef Mengele? Un médico responsable de seleccionar a miles
de judíos para primero experimentar y luego exterminarlos en
los campos de concentración de Auschwitz. Un hombre que realizaba
los más dolorosos experimentos sobre gemelos, con la esperanza
de descubrir el secreto de los nacimientos múltiples, para así
crear genéticamente la Súper Raza Aria que dominaría
al mundo durante los mil años que, según Hitler, duraría
el Reich.
Para
tratar de comprender la personalidad de Mengele y develar sus malignos
impulsos, debemos ver cómo era el mundo el 11 de marzo de 1911,
día en que nacía el Ángel de la Muerte Josef Mengele,
el médico macabro de Auschwitz.
La
Alemania que vio nacer a Josef se encontraba al filo de la Gran Guerra
de 1914. Mientras su padre Karl prestaba servicio militar en el frente,
su madre Volgoria controlaba el negocio familiar de venta de implementos
agrícolas, y criaba a sus tres hijos: Josef, Karl y Hallois.
La
guerra terminó en 1918 con la derrota de Alemania y el humillante
Tratado de Versalles, que
redujo el territorio y el poderío militar germano. Pero la ética
germana para el trabajo no se extinguió, y en pocos meses Alemania
era una nueva nación. Karl Mengele regresó a reconstruir
su empresa en Gÿinzburg, e hizo de ella la más grande en
la región, y a su familia una de las más respetadas en
Bavaria. Aún hoy se los respeta, a pesar del infame criminal
de Auschwitz.
Karl
Mengele pasaba poco tiempo en la gerencia de su planta, sus horas transcurrían
en el laboratorio, inventando máquinas que permitieran automatizar
todas las labores agrícolas. En cierta forma compartía
con su primogénito el gusto por la investigación, quien
la pondría en práctica años más tarde en
los campos de Auschwitz, inclinado sobre los microscopios, silbando
una tonada familiar, y perdido en la macabra pasión de su proyecto
de investigación.
Un buen estudiante.
En
la década del ‘20, Alemania era el centro cultural y artístico
del mundo. La medicina y la música florecían y Berlín
era considerada una de las ciudades más refinadas, sobrepasando
incluso a París. Nuevos conceptos sobre la evolución de
la raza humana se discutían. Las teorías de Darwin eran
contrastadas con los nuevos descubrimientos y una nueva ciencia causaba
revuelo: era la EUGENIA o EUGENESIA: el estudio de los cruces genéticos.
Ese
ambiente sería de extrema importancia en la vida posterior de
Mengele. Desde joven supo que el negocio familiar no era para él.
"El padre de Mengele era de duro carácter. Cuando llegaba
a la fábrica lo hacía gritando. Era una persona muy dura.
Y su madre estaba hecha con el mismo molde. Era una devota católica,
piadosa, aunque muy recta de carácter y de dura disciplina. Mengele
siempre tuvo el impulso por hacer algo muy especial, para probarse y
superarse a sí mismo. No tenía amor ni calor hogareño.
Un ex compañero de escuela recordaba que desde aquellos tiempos,
Mengele decía que debía hacer algo especial, que definitivamente
pruebe su capacidad académica" (Gerald Astor, actor
y autor del libro "El último nazi").
La
familia Mengele tenía cuantiosos recursos, y su fábrica
empleaba a 1.200 personas. Josef Mengele asistió a una escuela
pública, y posteriormente al Gymnasyum, destinado a quienes tenían
aspiraciones académicas. "Era un estudiante brillante
y extraordinariamente ambicioso. Siempre intentaba hacer algo fuera
de lo común, para ser un gran científico" (Julius
Disbach, ex compañero de clases de Mengele). Otro amigo de esa
época lo describió como agresivo y muy patriótico.
En
1930, Mengele ingresó a la Universidad de Münich, ciudad
que se convertiría en un centro de la agitación política.
Allí, fue impactado por un discurso de Hitler
sobre la superioridad de la raza germana. En esos tiempos muchos estudiantes
se unieron al movimiento nazi. La "herencia" y la "eugenia"
eran términos aplicados normalmente por la comunidad científica,
que en su mayoría apoyaba a Hitler y a su concepto místico
del pueblo alemán, pueblo que no podía florecer si parásitos
como los judíos, gitanos y otros, los contaminaban. El antisemitismo
ganaba impulso y la comunidad científica parecía estar
de acuerdo. Pureza hereditaria, eutanasia, esterilización de
los indeseables y superioridad racial mediante la eugenesia, ocupaban
a la comunidad científica. La eugenesia se convirtió en
una palabra sagrada. Este término fue creado por el primo de
Charles Darwin, Francis Caultin en 1833, y literalmente significa "buenos
genes". El propósito de Caultin, basado en sus estudios
sobre mejoramiento de animales, era aplicar estos conocimientos para
mejorar la raza humana, para una mejor sociedad, con gente más
exitosa: gente superior. Aunque no hubiera sido su intención,
Caultin sembró una de las semillas fundamentales del Holocausto,
con un siglo de anticipación.
Nadie
abrazó esta idea con mayor pasión que Mengele. En 1934
se unió al Partido Nazi, pero siguió con sus estudios
y recibió el Doctorado en Filosofía, para luego aprobar
los exámenes de ingreso a Medicina. Se trasladó a la Universidad
de Frankfurt y comenzó a investigar en el Instituto de Herencia
Biológica e Higiene Racial bajo la tutela del doctor Ottmar von
Verschuer, ardiente nazi y especialista en la ciencia eugenésica,
mediante la cual se crearía la raza superior. Durante esta época,
Mengele publicó un buen artículo sobre la genética
y los niños, y al igual que su mentor, se concentraba en el estudio
de los gemelos. En el sudeste de Polonia, las puertas de los campos
de concentración de Auschwitz llamaban a Mengele. Allí,
el científico encontraría gemelos en abundancia, quienes
no tendrían otra opción más que participar en sus
mortales experimentos genéticos. Pero Auschwitz es el final de
un largo camino, y varios años habrán de transcurrir hasta
que Mengele se convierta en el “Ángel de la Muerte”
para más de 4.000 hombres, mujeres y niños indefensos.
El sagrado juramento
La
transición de la magia a la Ciencia de la Medicina fue un proceso
gradual que duró siglos. La medicina era el arte de la curación
en la antigua Grecia, y era celebrada por los griegos con el juramento
de Hipócrates, Padre de la Medicina. Este juramento ha llegado
a nuestros días, y es pronunciado por todo nuevo médico:
"El régimen que adopto será para el bien de mis
pacientes, y no para su perjuicio. No administraré drogas a ningún
paciente ni entraré a casa alguna, sino para beneficio de los
enfermos". Es difícil imaginar que Mengele alguna vez
haya pronunciado estas palabras. Pero sí hizo el juramento, que
era reverenciado por los médicos alemanes, a pesar de contradecirse
con su antisemitismo. Una extraña dualidad existía en
la Alemania Nazi.
Héroe
nacional
Josef
Mengele se hizo miembro del cuerpo de elite Waffen SS, una organización
que exigía pureza racial en sus miembros, cónyuges y familiares,
preferiblemente hasta la 4° generación. Mengele se había
enamorado de Irenna Schumbaimm, de quien más tarde afirmaría:
"Era hermosa y bien educada... fue el amor de mi vida".
Cuando él decidió casarse con Irenna, hubo un interrogante
acerca de sus antepasados, porque uno de ellos fue hijo extramatrimonial
y había dudas acerca de sus ancestros. Mengele debió redactar
documentos afirmando que no existían rastros de impurezas raciales
ni sangre judía, algo que sería un pecado imperdonable
para un oficial nazi de su jerarquía, proveniente de una familia
aria pura, y además católica. Por otra parte Irenna provenía
de una familia luterana. Todo esto hacía su situación
extremadamente incómoda. ¿Quién hubiera pensado
que el novio, cuyo atractivo aspecto ario sólo era afectado por
la separación de sus dientes incisivos, se convertiría
en el nazi más buscado y esquivo de la historia, con una recompensa
total de US$ 3,4 millones por su cabeza, por crímenes contra
la humanidad?
Mengele terminó el servicio militar obligatorio con su grupo de elite SS en los Alpes Tiroleses. Volvió a sus estudios en Frankfurt, donde vivía junto a Irenna en una hermosa casa cerca del río Main. En septiembre de 1939 comenzaba la Blitzkrieg y Polonia caía en manos de Alemania en menos de un mes. Mientras la guerra se desarrollaba a favor de los nazis, Mengele permaneció con Irenna concentrado en su investigación biológica. Pero cuando la guerra se extendió a dos frentes, con el ataque sobre Rusia, Mengele y su unidad fueron movilizados al frente oriental; poco después fue herido en combate, por lo que le otorgaron condecoraciones y se convirtió en un héroe nazi. ¡Un doctor condecorado por valor en combate, con todo lo que ello significa! Mengele recibió, además de las condecoraciones normales por servicio en el frente ruso, la Cruz de Hierro en Primer Grado, y luego la Cruz de Hierro en Segundo Grado: un honor al que muy pocos accedían.
Mengele terminó el servicio militar obligatorio con su grupo de elite SS en los Alpes Tiroleses. Volvió a sus estudios en Frankfurt, donde vivía junto a Irenna en una hermosa casa cerca del río Main. En septiembre de 1939 comenzaba la Blitzkrieg y Polonia caía en manos de Alemania en menos de un mes. Mientras la guerra se desarrollaba a favor de los nazis, Mengele permaneció con Irenna concentrado en su investigación biológica. Pero cuando la guerra se extendió a dos frentes, con el ataque sobre Rusia, Mengele y su unidad fueron movilizados al frente oriental; poco después fue herido en combate, por lo que le otorgaron condecoraciones y se convirtió en un héroe nazi. ¡Un doctor condecorado por valor en combate, con todo lo que ello significa! Mengele recibió, además de las condecoraciones normales por servicio en el frente ruso, la Cruz de Hierro en Primer Grado, y luego la Cruz de Hierro en Segundo Grado: un honor al que muy pocos accedían.
Auschwitz
Cuando
las heridas de Mengele sanaron fue declarado no apto para combate. Por
ello, se ofreció voluntariamente como médico de campamento:
es decir como médico en los campos de concentración. ¿Por
qué querría alguien con tan elevadas calificaciones y
antecedentes, ir a un sitio como Auschwitz? "Porque él
buscaba "zwillingen" (gemelos) para sus experimentos y tendría
a numerosos de ellos y hasta se podía dar el lujo de matarlos.
Allí, desde el principio, dispuso de 226 gemelos, con edades
entre 2 y 18 años. Y podía hacer lo que quisiera con ellos."
(Michael Barembaum, médico, director del US Memorial Museum).
Una
de las asignaciones de los médicos de campamento era recibir
los trenes cargados con judíos. Estos doctores tenían
un poder terrorífico: podían decidir instantáneamente
si un prisionero iba a la muerte en la cámara de gas, si se lo
destinaba a experimentos, o si iba a trabajos forzados. La mayoría
de los alemanes llamaba a Auschwitz "Anus Mundi" o "ano
del mundo", pero para el Ángel de la Muerte era su paraíso
de investigación. En muy poco tiempo, se haría famoso
por descubrir los secretos de la vida. Y los trenes seguían llegando.
Mengele era uno de los pocos médicos de campamento que podía
llevar a cabo la tarea de selección a sangre fría, siempre
en busca de gemelos.
Eva
Mozes Kor, sobreviviente de Auschwitz relata "Cuando el tren
se detuvo, escuchamos a muchos nazis dando órdenes afuera. Envolviendo
al campo había enormes muros con alambres de púas. Todo
allí era de un color tétrico. Uno debía obedecer
inmediatamente las órdenes o moría. Debía ser instantáneo,
como un flash. Ello decidiría entre la vida en el campo o la
muerte en las cámaras de gas. Mi madre nos sostenía a
mí y a Miriam, mi hermana gemela de las manos. Nosotras nos quedamos
congeladas en ese lugar. Mi madre no nos soltó. Mi padre y mis
otros hermanos desaparecieron en la multitud, y jamás los volvimos
a ver... De pronto, apareció Mengele gritando en alemán
"¡zwillingen, zwillingen!", es decir "¡gemelos,
gemelos!". Se detuvo frente a nosotras y mirándonos a mi
hermana y a mí, preguntó si éramos gemelas. Mi
madre no sabía qué decir; sólo atinó a preguntar:
"¿es eso bueno?" Allí, un oficial SS ordenó:
"¡responda por sí o no!". Y mi pobre madre dijo
"sí, son gemelas". Mi madre fue enviada en una dirección,
y nosotras en la dirección opuesta. Cuando me di vuelta, la vi
por última vez, extendiendo sus brazos hacia nosotras..."
Eva
Mozes Kor jamás volvería a ver a su madre, y la colección
de conejillos de india de Mengele seguía creciendo. Regularmente
enviaba los resultados de sus trabajos al Instituto Kaiser Willheim
de Berlín, a su maestro von Verschuer. Mengele luchaba contra
el reloj para descubrir los secretos que permitieran crear una raza
aria pura, mientras la marea de la guerra se volvía adversa a
Alemania.
Ciencia
al servicio del odio
El
interés de Mengele en el genotipo humano rubio de ojos azules
es curioso, pues ni él ni sus superiores respondían a
esa descripción. Mengele estaba fascinado por los ojos azules,
y se decía que tenía una colección de ellos en
las paredes de su oficina, similar a una colección de mariposas.
Constantemente trataba de cambiar el color de los ojos de los niños.
¿Por
qué podría alguien querer cambiar el color de los ojos?
¿Qué hacía tan especial a los ojos azules? Mengele
intentaba responder mediante sus experimentos eugenésicos, ¿Por
qué la "raza superior aria" presentaba más cantidad
de personas con ojos azules, que con ojos de otros colores característicos
de las razas inferiores? Para resolver el intrincado rompecabezas genético
Mengele tendría un poder de decisión absoluto: podía
hacer lo que quisiera.
Personificación
del Demonio Nazi
Las
investigaciones de Mengele tenían un fin claramente demarcado:
lograr la absoluta perfección de la raza aria y asegurar su reproducción.
Es por ello que intentaba descifrar los secretos de los nacimientos
múltiples. Cuando se sabía que tocaba el turno de las
rondas de Mengele, la tensión invadía por igual a prisioneros,
guardias y doctores de la SS. Todo el mundo se aterrorizaba cuando comenzaba
a revisar a los recién llegados, en su frenética búsqueda
de gemelos. Cuando él llegaba con su terrible voz, los guardias
nazis se aterrorizaban, y eso aterrorizaba aún más a los
judíos. Mengele siempre se presentaba con su uniforme impecable
y sus botas de cuero perfectamente lustradas, muy elegante, como un
caballero refinado y aristocrático, caminando como si fuera dueño
del universo, absolutamente seguro de sí mismo, mirando a los
ojos a cada uno de los recién llegados. "Lo veíamos
vestido inmaculadamente, con un par de guantes de cuero en una de sus
manos, y con un pequeño látigo para cabalgar en la otra.
La relación entre "sujetos" y "amo" es muy
difícil de explicar, y aún luego de haberla vivido, no
puedo explicarla" (Eva Mozes Kor).
Mengele
sabía el efecto que causaba en las mujeres, y calculaba perfectamente
sus ademanes para lograr el resultado deseado. Gissela Weird, una doctora
judía prisionera, recuerda: "Mengele se deleitaba presentándose
ante nosotras, exquisitamente perfumado... tan elegante y atractivo...
Vestía hermosas camisas de color azul. Muchas mujeres decían:
“me encantaría pasar la noche con él”. Era
su forma de hacernos enloquecer: se debe estar loco para respirar el
humo de los crematorios, y seguir viendo en él a un hombre tan
atractivo como para pasar la noche".
En
otras ocasiones, su lado oscuro surgía descontrolado. Un sobreviviente
lo recuerda ejecutando a un joven de 17 años, por robar carbón.
Mengele le disparó en ambas rodillas, luego lo tomó del
cabello y le disparó en la cabeza. "Robar está
prohibido, y ustedes deben respetar las reglas de este lugar"
dijo, para luego salir caminando como si nada hubiera ocurrido.
A
excepción de ocasionales visitas, Irenna Mengele no convivía
con su esposo. Auschwitz era muy poco cosmopolita para ella, por lo
que es dudoso que conociera cabalmente lo que ocurría, como así
también que Mengele le hubiera sido fiel durante su estadía
en el campo. "Mengele gustaba seleccionar las más bellas
mujeres judías para pasar sus horas libres. Las hacía
pasar una bella noche, tocando el piano. Pero en todos los casos, por
la mañana, las mataba" (Siegfried Halbreich, sobreviviente).
Mengele era un excelente pianista. Incluso se conoce una grabación
suya, cantando y tocando. A menudo, tocaba para los invitados, mientras
las notas se paseaban, macabras, por el campo, hasta el amanecer.
¿Estaba
Mengele loco, o sufría otro desorden mental? ¿Acaso la
búsqueda de los secretos genéticos humanos, destruyeron
todos los restos de conciencia en él? Las opiniones varían,
pero algo es seguro: Josef Mengele fue la personificación del
peor demonio. Se convirtió en un verdadero símbolo del
terror nazi. Es absolutamente imposible leer la acusación hecha
contra él en la ex Alemania Oriental, que describe cabalmente
sus atrocidades, sin siquiera dejar caer una lágrima. "Fuimos
completamente sobrepasados por su monstruosidad" (Eli M. Rosenbaum,
director de la Oficina de Investigaciones Especiales del Departamento
de Justicia del Gobierno de los Estados Unidos). Lo más importante
es ver que su mente operaba como la de un científico, concentrándose
en sus estudios y experimentaba dejando de lado los sentimientos. "Realmente
no pienso que Mengele tuviera remordimientos por lo que hacía.
Pienso que en su mente de científico, justificaba lo que hacía.
El nos inyectaba hasta cinco inyecciones juntas, para ver qué
pasaba. Muchas veces uno simplemente se moría. No teníamos
idea de qué eran esas inyecciones" (Eva Mozes Kor).
Mengele inyectaba en las venas toda clase de substancias, como fenoles,
cloroformo, nafta, insecticidas... Algunas veces, directamente en el
corazón. El mataba a los objetos de sus experimentos para hacerles
autopsias. Hacía vivisecciones, para estudiar los límites
de resistencia a los traumas y el dolor en los seres humanos. Una vivisección,
es lo mismo a hacer la autopsia en un ser vivo. De más está
decir que lo hacía con la persona consciente y sin anestesia...
Obviamente, nadie sobrevivía. De esta forma, los experimentos
de Mengele cobraron hasta 60 víctimas diarias.
Demente
o no, los experimentos de Mengele llegaron a su fin. El invierno se
acercaba y el Ejército Rojo avanzaba hacia el campo de muerte.
El 26 de noviembre de 1944, Einrich Himmler, máximo jefe de las
SS, telegrafió a todos los Comandantes de Campo ordenando suspender
las muertes. Así comenzaría la huida de Mengele, desde
Auschwitz hacia una vida de constante tortura.
Últimos servicios al Führer
Últimos servicios al Führer
Antes
del desmantelamiento del campamento, Mengele hizo su selección
final, enviando a 461, de un total de 509 prisioneros recién
llegados, a una muerte instantánea. Fue su último servicio
en Auschwitz. Con el sonido de los cañones rusos cada vez más
fuertes, Mengele reunió sus registros y anotaciones, y el 18
de enero de 1945, el Ángel de la Muerte desapareció para
siempre.
"Los
experimentos duraron hasta el momento mismo en que se dio la orden a
todos los nazis, de abandonar el campo. Esa fue la última vez
que vi a Mengele" (Eva Mozes Kor). Así comenzó
uno de los más grandes movimientos evasivos de la historia.
Constante
huida
Mengele
dejó su uniforme de oficial de la SS, y vistió el de oficial
de la Wehrmatch (ejército alemán) y se dirigió
a una unidad hospital que iba hacia el sur. Cuando finalmente, en mayo
de 1945 Alemania capituló, Mengele terminó en dos campos
de prisioneros de los aliados, ignorado por sus captores. Ello se debió
a que él había pasado por alto muchos de los trámites
necesarios para ser parte de las SS. Esos trámites, capturados
por los oficiales aliados de Estados Unidos, eran utilizados para determinar
qué sujeto era arrestado en forma automática. No hay documento
que explique por qué Mengele carecía del tatuaje obligatorio
de oficial de las SS, que se hacía en la parte interior del brazo
izquierdo, dos pulgadas por debajo de la axila. Antiguos doctores de
las SS, confirmaron que no estaba tatuado. Otro de los elementos que
jugó a su favor fue la urgencia con que los aliados liberaron
a millones de prisioneros de guerra alemanes. Mengele se retiró
calladamente entre la multitud, usando un nombre falso, y con la ayuda
de su familia trabajó en una granja de la zona de Rosenheimm,
cercana a su ciudad natal de Gÿinzburg. Entre 1945 y 1949, fue
visitado varias veces por Irenna. Ella no estaba feliz con la situación,
aún cuando en 1942 dio a luz un hijo de Mengele, producto de
una de sus visitas a Auschwitz.
Las
listas de criminales de guerra circulaban por la República Federal
de Alemania y los doctores y oficiales de las SS estaban siendo juzgados.
Mengele estaba atemorizado y pidió a Irenna que huyera del país
con él. Irenna se negó. Decepcionado pero resuelto, huyó
a Italia en 1949; poco después abordó un buque que lo
llevó a Buenos Aires. En Argentina se sentiría seguro,
gracias a una organización secreta conocida como ODESSA,
encargada de otorgar salvoconductos a antiguos oficiales SS. La presencia
de comunidades alemanas ofrecía confianza, y ciertas zonas de
Argentina le recordaban las montañas de su Baviera nativa. Mengele
se sentía como en casa, en su residencia en la zona de Florida,
en Buenos Aires, viviendo bajo el nombre de Helmut Gregor. Más
tarde en la década del ‘50, consideró que la caza
de criminales de guerra había terminado, y comenzó a decir
su nombre. Incluso, habría llegado a obtener la nacionalidad
argentina. Inició una compañía de implementos agrícolas
con su verdadero nombre... ¡Hasta figuró en la guía
telefónica!
Su
padre lo visitó y le informó que Irenna demandaba el divorcio,
a lo que él accedió. ¿Qué otra cosa podría
hacer? Era sólo una formalidad. Irenna tendría su libertad
y él seguiría adelante con su vida en Argentina. Tiempo
después su abogado le informó que el Gobierno alemán
había mandado cartas al Gobierno argentino, solicitando la extradición
de nazis. Mengele cayó en pánico. Con la ayuda de ODESSA
huyó al Paraguay, donde tramitó su ciudadanía.
Bajo las leyes paraguayas ya no podía ser extraditado. En aquellos
tiempos, este país era gobernado por el dictador Alfredo Stroessner,
descendiente de alemanes y admirador de los nazis. Seguro, aunque intranquilo,
Mengele se dejaba ver en las calles de Asunción.
En
1960, en Argentina tuvo lugar el secuestro de "Otto" Eichmann,
a manos de un comando de la policía secreta israelí. Eichmann
estuvo a cargo de la sección judía de la Gestapo y de
los traslados a los campos de concentración. En Paraguay, Mengele
ya no se sentía seguro, e incluso antes de enterarse de la noticia,
se ocultó aún más. El MOSSAD,
servicio secreto israelí y creador intelectual del secuestro
de Eichmann, estaba tras sus huellas. En aquellos días, era un
hecho público que perseguían a otros jerarcas nazis, por
lo que Mengele debió huir... el juicio de Eichmann hacía
eco en sus oídos...
Eichmann
fue sentenciado a la horca, y Mengele sintió también la
soga en su cuello. Por ello, decidió viajar al Brasil, donde
se ocultaría durante el resto de su vida, ya no como el Ángel
de la Muerte, sino como un hombre atemorizado, solitario y fugitivo.
Cuando llegó a Brasil en la década del ‘60, su vida
se disuelve. Durante los siguientes años se reportaron varias
apariciones. Fuentes confiables como el Departamento de Estado de USA,
el Centro Simón Weissenthal y el MOSSAD israelí identificaron
a Mengele en lugares y estilos de vida aparentemente contradictorios
con su historia, con documentos falsos, bajo nombres como José
Mengele, Helmut Gregor, o Wölgang Gërhard, con la ayuda y
protección del as de la Luftwaffe, Hans Lücklobe, líder
de la ODESSA que también había ayudado a otros nazis como
Klauss Altmann o "Barbie". Dos novelas se basaron en Mengele:
"Los niños del Brasil" y "Hombre
maratón", ambas llevadas al cine, aumentando su reputación
a proporciones míticas e interfiriendo con la búsqueda
que llevaban a cabo los Gobiernos de Alemania, Estados Unidos e Israel.
Impunidad
Las
recompensas ofrecidas por Alemania, el Centro Weisenthal e Israel para
su captura, sumaban US$ 3,4 millones, cifra que hoy en día debiera
ser multiplicada por doce, una suma impresionante, pero que no dio resultados.
En junio de 1985, la noticia del descubrimiento de la tumba de Wölfgang
Gërhard recorrió al mundo. Los restos que habían
permanecido bajo tierra desde 1979 fueron exhumados. El equipo forense
concluyó que eran los restos de Josef Mengele, el nazi más
buscado desde la Segunda Guerra. Si esto era cierto, ¿cómo
fue su vida desde su huida del Paraguay en 1960, hasta su presunta muerte
en 1979? En Brasil fue puesto en contacto con refugiados bávaros,
todos ex pertenecientes al movimiento nazi que se habían refugiado
en Brasil luego de la guerra. Ellos se alegraron al encontrar a Mengele
en la frontera, donde lo instruyeron sobre su nueva "identidad".
Se disfrazó como un suizo de apellido Stammer, comerciante de
implementos agrícolas. Una familia adoptiva que verdaderamente
llevaba el apellido Stammer, lo estaría esperando. Además,
fue entrenado para mantenerse anónimo, ocultarse y a quiénes
recurrir si alguien intentara detenerlo.
Mengele
pasó dieciséis años viviendo con los Stammer en
una granja cercana a Sâo Paulo, adquirida por la firma alemana
Mengele. En 1976 la convivencia con sus familiares adoptivos se tornó
imposible, por lo que solicitó una nueva familia. Peter y Geza
Bossert se ofrecieron para acoger a Mengele en su hogar, donde permaneció
hasta su muerte. Según testigos, Mengele pasaba sus horas construyendo
botes y jugando con los hijos de sus anfitriones. Su temor a ser atrapado
crecía, y siempre dormía en su pequeña y oscura
habitación, con una pistola al alcance. En 1976 recibió
la visita de su hijo Rolf, quien luego declararía para una revista
alemana "Mi padre asegura que nunca hizo algo incorrecto en
Auschwitz. Dice que sólo seleccionaba prisioneros para trabajar,
y nada más. Odio lo que hizo, pero es mi padre, y quiero creer
en él".
Su muerte
Su muerte
Según
la evidencia descubierta en 1985, 1979 sería un año marcado
en la vida de Mengele. "En 1979 fue invitado a pasar un día
de playa, a 50 millas de Sao Paulo. Mengele se introdujo en el mar,
hasta que el agua alcanzó sus rodillas. En ese momento desapareció.
Sufrió un ataque cardíaco, cayó al agua y se ahogó.
Cuando fue llevado a la playa, y a pesar de los esfuerzos, no pudo ser
resucitado". Geza Bossert hizo los arreglos para que Mengele
fuera enterrado en el cementerio de Ambu, bajo una lápida que
lleva el nombre de Wölfgang Gërhard, y allí permaneció
hasta su exhumación en 1985.
Expertos
forenses de Estados Unidos, Alemania e Israel se encargaron de las investigaciones.
Se enviaron muestras óseas a Inglaterra, donde existen bancos
de datos para su comparación. Esa comparación se retrasó
muchos años debido a que la ex esposa de Mengele, Irenna, y su
hijo Rolf, se negaban a dar muestras de sangre. "Fue allí
que decidí ir a Alemania con mi hermana gemela, y durante tres
semanas protestamos frente a la fábrica Mengele. Yo simplemente
dije: ¡nosotros entregamos la sangre de millones en Auschwitz!
¡Cómo pueden negarse a dar una simple gota, para el estudio
de la verdad!" (Eva Mozes Kor). Finalmente las autoridades
alemanas presionaron a Rolf y a su madre, y se obtuvieron las muestras
requeridas. El examen de ADN dió un resultado: el hombre sepultado
en Ambu, Brasil, fue el padre biológico de Rolf Mengele.
En
1992, el Departamento de Justicia, cumpliendo con una solicitud del
Departamento de Estado de los Estados Unidos, publicó dos grandes
volúmenes titulados "En cuanto al tema Josef Mengele".
El informe concluía que Estados Unidos nunca tuvo relaciones
con Mengele, y que las investigaciones forenses determinaban que los
restos exhumados en Brasil, correspondían a Mengele. Los gobiernos
de Alemania e Israel estuvieron de acuerdo con el informe. Otro extracto
del informe del Departamento de Estado de los Estados Unidos de 1992,
concluye con que el hecho que el Ángel de la Muerte haya sido
capaz de perpetrar sus crímenes, para luego morir familiarmente
como un anciano en Brasil, evidencia de una enorme conspiración
para la impunidad.
A
pesar de todo ello, muchas de las víctimas o sus descendientes
quedaron inconformes con la forma de la muerte, e incluso con la veracidad
de la misma. "La muerte de Mengele no se condice con el sentido
de justicia. Si pensamos que murió, quisiéramos que haya
muerto de cáncer u otra enfermedad, muy lentamente, órgano
por órgano, y sólo luego de una muy larga y dolorosa agonía.
Sin embargo, y aunque hubiera estado consciente durante el ataque cardíaco,
su muerte se habría consumado en sólo dos o tres minutos.
La muerte fue terriblemente benévola con él, e injusta
con nosotros" (Michael Rosembaum).
La
doctora Gissela Weird, sobreviviente de Auschwitz, quien hizo sus estudios
de medicina en la Alemania de preguerra, afirmó: "Sé
que todos los estudiantes de medicina realizan el juramento de Hipócrates.
Es como una página de la Biblia que Mengele ensució".
De hecho, alguna vez Mengele pronunció las palabras sagradas
del juramento hipocrático: "Si cumplo acabadamente con
este juramento, ganaré para siempre reputación entre los
hombres, por mi vida y mi arte. Si lo transgredo, que lo opuesto recaiga
sobre mí". En cierta forma, su juramento se ha cumplido:
el Ángel de la Muerte, demonio-médico de Auschwitz, es
un sinónimo universal de muerte y genocidio.